Describe un encuentro fortuito con un desconocido que te haya marcado positivamente.
Hace muchos años, cuando trabajar para mi era como estar en un tren locomotora de esos que se movían con carbón, siendo yo la maquinista, apareció, en medio de todo aquel lío, una pareja que venía a pedir cita para casarse. Saqué el formulario, les expliqué la documentación a aportar, y, agenda en mano, les dije cuándo podían venir a traer todo cumplimentado. Entonces él se echó a reír y me dijo que no. Que él necesitaba casarse urgentemente. Comenzó a explicarme que tenía una enfermedad, que se podía ver en su rostro, que había comenzado a devorar sus órganos internos. Me dijo que ya se había cansado de sufrir y que el viernes de esa semana iban a operarlo. Tenía todas las papeletas para morir en la mesa de operaciones. Lo increíble es que él lo explicara en un tono entre resignado y feliz. Me dijo también que había encontrado al amor de su vida, esa vida que se afrontaba corta, y que lo último que quería hacer, antes de morir, era llevarse esa felicidad.
Se casaron al día siguiente, un martes, con poquita gente toda ella compungida. Menos ellos. Ellos estaban felices e iluminaban la oscuridad de la sala con sus sonrisas. Lo esperé en la puerta, estreché su mano y le deseé suerte. Me dio las gracias.
No falleció en la operación pero no superó el postoperatorio. Vino un familiar a decirlo y a agradecernos haber hecho al muchacho tan feliz. En ese momento, él se colocó en mi ADN y me hizo entender lo que significa amar a alguien por encima de todas las cosas. Amar hasta el punto de que, por ese amor, su dolor lo era menos. Ser feliz a pesar de las adversidades, y mirar la muerte con esa entereza. Ojalá haberle dicho lo que supuso conocerlo. Tal vez pueda hacerlo en la otra vida!