¿Qué se te da bien?
Había en una ciudad, un niño pequeño que tenía muchos problemas en el cole. Cada dos por tres, llamaban a sus padres explicando que, en aquella cabeza, difícilmente cabía una letra. Además, cuando sus padres intentaban motivarlo diciéndole que, si estudiaba de mayor podría ser, por ejemplo, médico, el negaba con la cabeza y decía, «eso no me gusta».
En esas estaba, llevándose broncas de su padre, suspiros de impaciencia con su madre, cuando decidió salir a la calle a dar una vuelta a ver si viera a alguien trabajar en algo que le gustase. Algo que se le diera bien. Miró al señor de la tienda de chuches un buen rato, y luego decidió que no. Para cobrar, había que hacer cálculos matemáticos. No. Eso no.
Luego entró en un supermercado y vio a la chica de la charcutería cortando el embutido en algo que le pareció una máquina del demonio. «No no. Esa máquina puede cortarme un dedo!».
Salió del supermercado casi corriendo y entró en una pastelería. El pastelero estaba preparando una tarta de comunión muy bonita, con el retrato de quien iba a recibir el sacramento en el centro mismo. Le preguntó al pastelero si era difícil su trabajo y este le dijo que tenía que gustarle y tener buena memoria para los ingredientes y las cantidades. Entonces agachó el chico la cabeza apesadumbrado. «Si no soy capaz de retener las tablas de multiplicar cómo voy a retener cantidad alguna?» Salió de la pastelería muy triste y siguió avanzando por la calle. De repente vio, en un escaparate, un cartel que ponía, «señor Antonio, creador de historias de todo tipo». Entró curioso, y, detrás de un mostrador pudo ver a un señor con una barriga bien amplia sentado delante de un ordenador que parecía quedarle pequeño. El señor levantó la vista, y le preguntó qué deseaba. -«Es usted el señor Antonio?». -Si, le respondió. «-Cómo es eso de hacer historias? Es muy difícil?»
Entonces Antonio, que llevaba un mostacho bien poblado le sonrió. -«Verás, hacer historias es una cosa muy difícil o muy fácil según el momento. Si te encuentras en forma, te salen en un periquete, si no, tienes que pensar y pensar hasta que te sale humo de la cocorota» -dijo riendo.
El chico lo miró con los ojos llenos de lágrimas y le dijo: «todos los que me conocen piensan que a mi no se me da nada bien, y creo que eso es cierto». Se hizo un silencio entre ellos y el señor Antonio le dijo: «lápiz, hada, tornillo». El chico lo miró boquiabierto y le contestó: «-Eso qué significa?»
-«Hazme una historia con esas tres palabras. Inténtalo a ver qué te sale».
El chico quedó un buen rato en silencio, y luego comenzó a relatar una historia llena de magia, de hadas, de lápices, donde incluso encajaba un tornillo. Al acabar, Antonio lo miraba asombrado, con una mirada llena de calidez. Entonces se agachó y le dijo, «si eres capaz de hacer historias tan bonitas y llenas de magia, podrás ser, si lo deseas, un gran escritor. Eso se te va a dar muy bien. Ya verás. Vuelve al cole y estudia mucho para que tu cabeza se llene de recuerdos bonitos que luego te sirvan para contar tus relatos». El chico lo miró, lo abrazó, le dio las gracias, y salió corriendo de su negocio en busca de su futuro.
6 respuestas a “El señor Antonio”
Que tu cabeza se llene de recuerdos bonitos, eso es alma de escritor, la sangre, escribir y escribir. Este relato es conmovedor y perfecto para animar.
Magnos sueños.
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Muchísimas gracias por tu comentario. Viniendo de alguien que me gusta mucho leer, anima y mucho también. Saludos!
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Es más, es un relato para niños y mayores que sienten la necesidad de escribir, ojalá lo lean muchas personas.
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¡Un relato precioso!🤗
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Mil gracias!! ❤️❤️❤️
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❤️❤️❤️
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