¿Sobre qué temas te gusta escribir?

Hoy me he levantado en la casa del sur. Hemos empezado el día regulero. Mi hijo no encuentra el mando de la tele que forma parte de su rutina, lo primero que hace al levantarse, y alguien en forma de hermana o de padre le ha jodido la mañana. Le digo qué vamos a hacer, cómo vamos a solucionarlo. Le preparo el desayuno que siempre toma en la terraza y ha salido corriendo escaleras arriba a ver la tele de mi habitación. O mejor, donde dormimos él y yo. No siento la habitación mía pero sí un sitio entrañable, donde antes dormía con mi madre.

Salvado el primer escollo, me siento a tomar el café. Miro la pregunta de hoy. De qué temas me gusta escribir. Cierro el móvil. Me gusta disfrutar del silencio del jardín a estas horas de la mañana. La parejita de aves del árbol comienzan el día cantando y hablando entre ellos. Yo aquí vengo de prestado. Ellos no. Ellos tienen ahí su hogar. En el corazón de ese muy frondoso árbol.

Me levanto y sigo pensando en la pregunta. La respuesta podría ser de mis hijos, o de mí, porque mis entradas están hechas de jirones de mi vida, de mi ser, cojo la manguera porque voy a regar el jardín. Estamos en agosto y aquí ser vegetal en esta época es como pasar por una yincana de supervivencia. Si llegas a octubre estás salvada. Si no, serás una planta más que a veces aparecen, como si le hubieran prendido fuego. Carbonizada. Siempre que comienzo a regar, voy mirando cómo ha cambiado todo desde mi última visita. Tal planta está echando flores, esta otra debo podarla…y esos pensamientos me llevan, en un giro aleatorio de mi cerebro, a que si el espíritu de mi madre estuviera en algún sitio, sin duda alguna sería en este jardín. En esta casa. A estas alturas de la mañana ya se abría despertado, me habría dado dos besos, me hubiera dejado su olor impregnado para todo el día, y se hubiera metido en la cocina. «Quieres café?» me preguntaría, o lo habría preparado yo al oirla ir al baño.

Suspiro y pienso que esta casa está llena de buenos recuerdos. Y vuelvo de nuevo a la pregunta. A mí me gusta contar historias. Soy buena en eso. Me encanta contar anécdotas. Pero también imaginarme cosas que nunca sucederán pero que sí pueden ocurrir en tu cabeza y luego pasar a la pantalla  de tu tablet. Leo algunas entradas de otros blogs. Me alucino de cuánta creatividad hay por ahí escondida. También leo, o procuro, hacerlo con los que estoy suscrita. Me encanta este rato.

Por cierto, mi tablet empieza a fallar y si hay un objeto que aprecio es a ella. Tengo un montón de libros que aún no he leído y, durante la pandemia, la convertí en una especie de mini ordenador en el que escribo todo lo que publico en el blog. Sé que debo despedirme de ella. No será difícil. A pesar de todo, el duelo de una madre es peor,y, por supuesto,  puedo hacerlo con algo electrónico. Está chupado. Me interrumpe mis pensamientos un mensaje de móvil. Alguien a quien aprecio le ha parecido muy guay que esté aquí. Creo que todos saben lo muchísimo que aún duele estar entre tantos recuerdos de una persona que solo quería ser feliz y hacerte la vida agradable.

Termino de regar y, mientras recojo la manguera y la voy liando en círculos pienso en una canción de Serrat. No hago otra cosa que pensar en tí, dice su estribillo y así es exactamente como me siento. «No hago otra cosa que pensar en ti, nada me gusta más que hacer canciones, pero hoy las musas han pasao de mi, andarán de vacaciones…» Pues eso.


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