El cartel (parte 3)

¿Puedes dar un ejemplo positivo de cuando te has sentido amado/a?

«Mira hija, el año que sucedió todo, acababa de perder a mi marido. Durante el tiempo que duró nuestro matrimonio, no necesité la presencia de nadie más en mi vida. Era un gran hombre! Inteligente, muy amigo de sus amigos, que me miraba y  veía en mi interior. Que sabía qué necesitaba, que me apoyaba, que me admiraba, y, de repente un día, se levanta, se va al baño y cae desplomado. Cuando vino el médico con la ambulancia me dijo que había sido un infarto. Su corazón, su enorme corazón, lo había dejado tirado. Sin volver a latir. Sin permitirle vivir un día más llenando la vida de quienes le amábamos.

Mi vida se llenó de oscuridad. No quería comer, no quería seguir viviendo y, sin embargo, ahí estaba yo. De pie. Entrando y saliendo a la calle, contestando amablemente a los pésames, diciendo a todo el mundo la mayor de las mentiras. Que estaba resignada y que sabía que debía continuar con mi vida. Paparruchas!! Me mudé de casa porque no soportaba aquellas paredes que habían sido testigos de su partida.

Lo cierto y verdad es que, aquel día, iba de camino a la farmacia. A comprar las pastillas que me había recetado el médico y que pensaba tomar de una sola vez. Una tienda antes, había un negocio de camisas hechas a medida que le encantaban y me paré a mirar el escaparate. En él se podía ver, al fondo, una señora rodeada de chiquillos, hablando con el dependiente, enfrascada en una compra. Del grupo vi que se separaba una niña. Llevaba un peluche entre sus brazos. Su madre no caía ni siquiera en la cuenta de lo que sucedia. Y la niña llegó a mi altura, ya en la calle, y me dio la mano, y me volví a sentir de nuevo amada. Elegida. De otra manera. En un amor distinto. Lleno de ternura infantil. Sentí la presencia de mi marido en aquel momento, diciéndome que aquello solo podía ser una señal de la propia vida. Que no la dejara escapar. Que tenía la oportunidad de volver a amar en los mismos términos. Y entonces, contigo, de la mano, sintiendo el calor de tu mano en la mía, me fui alejando, esperando a ver si alguien me paraba y me preguntaba o me gritaba. Pero no! Fue todo tan fácil que estoy segura de que la vida misma deseaba eso. Que te fueras conmigo para que yo te diera todo el amor que aún me sobraba.


Deja un comentario