Ayer dieron las notas, y, como somos un país moderno, ahora, si no tienes una aplicación para verlas, o haces caso de la aplicación del cole, no te enteras de qué va la cosa. No quiero pensar en esos niños cuyos padres a penas pueden sacar la cabeza de entre las facturas para no ahogarse con ellas y, que además, practican el noble arte de decir que ellos no acabaron el colegio y que la vida los ha tratado muy bien. Mientras, tú observas los tatuajes que cubren su brazo, los ojos, que brillan de una manera sospechosa, sus gritos desde que su crío hace un poco de ruido…gente a la que he conocido, que han estado a mi alrededor…y solo puedo sentir un miedo y un frío intensos. «Por el amor de Dios, no te dejes ir de esta manera! Quédate en el eje que atraviesa tu vida! No te dejes arrastrar por la oscuridad que una vez habitó en tí!!»
Yo no me acordaba de que debía conectarme a Internet, pero es que, además, el miércoles me llamó su tutor y ya me dio un avance. El enano suspendía cinco asignaturas, y yo, sin preguntar cuáles, estuve a punto de nombrar a todos los ancestros del tutor y míos. Se lo digo al padre, porque estamos hablando que la llamada se produce sobre las tres y pico de la tarde, y, a esa hora, él y yo estamos boca arriba, como dos cucarachos, descansando y cargando pilas para una tarde de traca. Aún me quedaba, a esas horas, ir a mi terapia, organizar la del niño, comprar un regalo para poner bajo el árbol…en definitiva, un problema del primer mundo como una casa, pero que debemos afrontar porque somos adultos funcionales.
Cuando vuelve el padre de recogerlo en el cole, le pregunto que cómo le han sentado los suspensos y él, como buen padre de Avatar me dice que al niño le dan las notas el viernes y que será entonces cuando hable con él. Me cabreo. Al niño ya le han dado las notas y ya sabemos lo que hay. No voy a esperar al trámite. Me acerco al salón, y sin saludarlo, le digo lo que hay y que, cuando vuelva al cole, irá con la toma de la concerta, su medicamento para tratar el tdah. Me visto, y, al salir por la puerta, me pregunta que a dónde voy. Le contesto una majadería y cierro la puerta. Salgo del portal y está lloviendo. Esto, unido al aire fresco, me permiten bajar el ataque de nervios que llevo. Pienso en el esfuerzo que hemos hecho para conseguir cinco calabazas. Saco el móvil de mi bolso y, haciendo malabarismos con el teléfono y el paraguas, le envío un mensaje a su terapeuta. Quiero que le deje bien claro que medicarse no es un castigo, que, primero nos recomendaron, y ahora, con las notas, nos obligan a esta decisión. Ya el paseo me deja pensar con claridad y siento en cómo debe estar él que ha hecho el esfuerzo mayor. Al volver a casa, y tras una terapia que me aclara las ideas, y agotada de caminar buscando el regalo, lo abrazo y le digo que vamos a conseguir salir de esta. Vaya que si! En peores plazas he toreado!
Ayer, al ver las notas, esas que dice su tutor que lo van a obligar a repetir, veo que tres de las asignaturas cateadas son de evaluación continua, francés, que deberían eliminar del sistema educativo porque no entiendo a quién puñetas le importa ese idioma, y quien lo quiere hablar lo hace desde un cole específico o en una academia, plástica, amos no me jodas! que el niño viene de Avatar!! y tecnología, otra puta mierda. Luego, las dos asignaturas de su tutor. Biología y Geografía. Qué casualidad! Ha aprobado matemáticas, lengua e inglés, que tienen mucho peso específico en una persona autista a la que hace unos años le preguntabas cuántos dedos teníamos en las manos y, cada vez, se contaba los dedos para darte una respuesta, muchas veces equivocada. Las notas son malas pero no terribles y, bajo mi punto de vista, ha suspendido Geografía con el ánimo de hacernos entender que, o hay pastilla, o aquí todos lo vamos a pasar mal. A contrapelo. Sin ayuda. Como él con un niño en el aula que se lo debe hacer pasar tono valle de lágrimas. Ese rollo! Lo entiendo y lo asumo, aunque, tal vez, si lo viera colgado de algún sitio a punto de caerse, le diera como ayuda lo que él a nosotros. Soy un poco como El Padrino. El respeto y la familia son dos pilares fundamentales en mi estructura cerebral. Y este ha ensuciado, con las dos calabazas, mis dos pilares. Y se va a enterar! Sin acritud!