Llevo como unos quince días tomando creatina durante el desayuno, eso, y magnesio, no porque haya oído a la influencer de turno decir que si estás en menopausia te lo tomes que ya verás y bla bla, sino porque médicamente, deberían ser de toma obligatoria desde que vas entrando en la madurez. Que he leído y me he informado y llego a conclusiones casi cuando mi cuerpo ha dicho stop. Todo este rollo anterior lo he largado para que entiendan que yo, a.c (es decir, antes de la creatina) era una mujer sin energías siquiera para soplar, e iba bien justita para atender las necesidades de los chicos, pero ahora, tomando esa maravilla sideral, no sólo puedo llevarlo todo de forma correcta, sino que, además, hago planes con ellos.
Total, que el lunes 8, decido hacer el árbol de Navidad y, el día antes, fui preparando a mi hijo para dar una vuelta por la calle comercial que hay cerca de mi casa y ver el encendido de las luces. Como el plan en sí no era atrayente, le dije que lo invitaba a un helado, que una conoce a sus retoños y sabe dónde les aprieta el zapato. Al final, a fuerza de dar el coñazo, conseguí que viniera la hermana que iba con los brazos cruzados y repitiendo que qué había de guay en ver un encendido. «Tal vez que nunca has visto uno??» Le contesté.
Después de ver cómo se iluminaba la calle, acompañado todo de unos uy, ay, más falsos que el carajo, nos fuimos a la heladería. Pasamos por otra que debe ser nueva pero al ver que se formaba un poco de cola y que los sabores no eran muy variados, seguimos hasta la que vamos siempre en la que hay que coger número. Pillo un ticket y, oh my god, hay 17 personas por delante. Dejo a mi hija con el hermano y me meto en una tienda de informática donde recibo malas noticias. Lo que busco ya es del pleistoceno y tengo que pedirlo online. Vaya por Dios! Ahora tengo que esperar a que me llegue un paquete del lejano Oriente, ojo cuidado que no me gusta recurrir a ciertas páginas pero es que solo las de Oriente envían a las islas, porque mi televisor y el juego de la wii son incompatibles y porque el mando de la tele ya no está in sino out. Hay que joderse!!
Salgo corriendo esperando ver a mis hijos en la puerta del negocio con sus helados en ristre. Recibo un mensaje de mi hermano. Barrunta los nubarrones que me cubren la cabeza y me pregunta. Yo le contesto a tropicones porque urge buscar a dos habitantes de Avatar solos en medio de un gentío enorme y mi entusiasmo por esta salida coge las de Villadiego. Cuando los encuentro, aún les quedan dos números por delante. Mi entusiasmo vuelve de Villadiego y me da dos tortas por semejante ocurrencia de salida. Al final, los atienden, y mi hija que no quería nada acaba animándose a pedir ella también un helado. Al salir les explico que viene durante la semana un frente frío y que, seguramente, no hubiéramos podido ver nada navideño hasta casi el día de Navidad. Me contestan al unísono que se la suda muy fuertemente toda esa necesidad de pasear, pretender alucinar con unas luces que a ellos plin, comprar a destajo mierdas para gente que no han querido acercarse a ellos ni con un palo…Cuando les pregunté que qué les había empujado a acompañarme en la idea, me contestaron que había sido un diez por ciento por el helado que se iban zampando y un noventa por ciento de querer hacerme feliz. Nos quedamos en silencio un rato largo, que rompí diciendo que quería que amaran estas fechas como lo hacía la abuela. «Bueno! Podría ser! Con el tiempo!» Me contestaron. «Espero que no sea uno tan lejano que no pueda vivirlo junto a ellos» pensé. Y, cuando me di cuenta, estábamos frente a Avatar. Un sitio donde la Navidad tiene un sentido distinto, una visión distinta. Que no inferior! Solo diferente! Como el mapa neuronal de sus habitantes!
