Qué es lo más caro que te has comprado (sin incluir la casa o el coche).
Nunca he podido permitirme un lujo. Cuando eres madre de dos chicos autistas y empiezas a priorizar, encuentras que la vida puede ser maravillosa porque puedes pagarles la terapia, los estudios y comer. Lo de las facturas…Bueno! Esas te dejaban la cuenta en números rojos y no pasaba nada. Calculaba siempre que seguiría trabajando en el sitio donde estaba destinada y, como me renovaban cada tres meses, tampoco me echaba a la boca algo que no pudiera pagar si me paraban.
Hasta hace bien poco, la vida ha sido eso. Mirar que pudiera pagar tal o cual cosa y pagarlo a base de reunir todos los meses una cantidad.
Me he gastado mucho dinero en las oposiciones. He debido estar en todas las academias y preparadores de la isla. Excepto con una que me quedaba a tomar mucho por saco, todos me conocen. He preparado con magistrados, con secretarias coordinadoras, con letrad@s de la administración de justicia, con funcionarios, con gente que daba clase como si fueran funcionarios y que aún eran interinos…Si a mi me diera el punto de poner los apuntes que he pagado, por poner un ejemplo, en mi piso, no dudo ni por un segundo que acabaríamos, mi marido, mis hijos y yo en el garaje al hundirse el suelo con el peso. Fueron 20 años en los que conseguí lo que quería ya más por pundonor que porque yo realmente pensara que podía sacar aquello. Cuando dijeron que era concurso oposición, me subí a ese tren, y conseguí llegar victoriosa a la estación. Aún recuerdo la cara de tristeza de mi madre cuando me dijeron que el examen sería en abril, el 17 concretamente, y allí estábamos, ella y yo, en el hospital. Yo cuidando de ella y, la pobre mujer, se viene a entristecer por causa de un examen! Recuerdo que le dije que eso no tenía ninguna importancia, y recuerdo que, una vez que ella se fue, decidí no presentarme. Hasta que se lo dije a mi marido y él, a fuerza de apelar a la amistad, porque siempre subíamos en el coche a dos amigas mías, me convenció de presentarme aunque solo fuera para ver qué tal el examen. Aprobé!
Otra cosa en la que he gastado un montón de dinero ha sido en entender el autismo. Cursos, congresos, y cualquier otra actividad que tuviera que ver con ello, han sido mi brújula. Ya he dicho muchas veces que mi madre me decía que era el dinero mejor empleado. El que servía para entender y para manejar las situaciones que se plantean en mi casa, en mi día a día. Ayer, sin ir más lejos, fui a una nueva peluquería con mi hijo. En la otra a la que vamos, a la que van toda la juventud del barrio más marginal de la capital, que está justo al lado de mi casa y de mi trabajo, va a cortarse el pelo allí. Nos dio hora para el 27 de noviembre!! Mi hijo ya parece un Beatle! Pues eso, que voy al señor que le corta el pelo a mi hija y le pido hora para el crío. Antes de irme le digo que no quiero rapadoras ni secadores porque el niño es autista. El hombre me pone la sonrisa más tensa de la historia. Taladra a mi hijo con la mirada a ver si tiene pinta de formar algún pifostio en su negocio. Mientras él va haciendo esos cálculos, yo lo miro fijamente. Para ver si el resultado, reflejado en su rostro será negativo o positivo. Fue positivo. Al salir, mi hijo me pregunta que qué significa ser autista. Respiro profundamente, y calculo qué voy a decirle. Hay que ir con pies de plomo. Que no se quede con la sensación, cuando he terminado de hablar, que, ni por un momento, piense que ser autista significa ser inferior a nadie. Él me contesta que alguien le ha dicho que ser autista es ser guapo. Ha debido ser su hermana! Me sonrío y le digo: «Eso, cariño, sin ninguna duda!» Y nos fuimos a casa. A descansar de todas las carreras de la semana. A vivir en Avatar. Hasta el lunes!