¿Cuál es el trabajo de tus sueños?
Iba a decir que el trabajo de mis sueños es el que tengo actualmente. Me gusta esto de trabajar para la Justicia, aunque la pobre, menos mal que lleva la venda en los ojos, porque aquí, como en todos lados, existe gente seria y gente que no. Gente a la que le preocupa que tu juicio se haya puesto a un año vista, y a otros que no. Abogados que ponen palos en las ruedas de un procedimiento de su cliente, porque no son capaces de reconocer que no tienen ni idea del trámite que llevan entre manos, y otros que son, además de buena gente, currantes a pie de trinchera. También las hay que se ocupan y se preocupan por los pocos medios con los que trabajamos, que tiramos para adelante, que revisamos los expedientes de nuestros armarios, mirando que no se nos haya escapado algo que pueda costar la suspensión del juicio. Que nos hemos sudado la camiseta para estar sentados ahí. Y en ese regodeo estaba metida cuando descubrí que hay otro trabajo que aún me gusta más que el anterior. El trabajo de la maternidad.
Criar a mi hija, con todas sus dificultades, ha sido un viaje duro pero enriquecedor. Hemos estado comiendo juntas y, recordando anécdotas, nos hemos echado unas risas. Pero ha sido duro. Sobre todo hasta que no tuvimos el diagnóstico definitivo. Si alguien me hubiera dicho que todo lo que pasaba era que era autista, me abrían ahorrado más de un disgusto. El desasosiego de no saber es lo peor del mundo.
Luego llegó su hermano y con él el diagnóstico entró en nuestras vidas como un misil tierra-aire. Y con eso una tristeza propia de quien recibe una mala noticia casi detrás de la otra.
Mis hijos, a pesar de todo, han sido el producto de un curro hecho como el de un orfebre. Un trabajo fino, con detalles, paciencia, cariño…y el resultado de todo ello ha dado lugar a que, este mundo, es bastante mejor desde que ellos están en él. Los amo por encima de mis posibilidades, y, aunque mi marido y yo hemos descubierto que es posible que ya hace tiempo que vamos caminando por senderos distintos, volvería para atrás y lo haría igual todo de nuevo.
Mis hijos son el verdadero trabajo de mis sueños. El amor que recibo de ellos es la fuerza que hace que me levante cada día. Sus sonrisas, la luz que ilumina mi vida. Si ejerces una paternidad al uso, con un trato al uso hacia tus hijos, cuando ven que te preocupas, cuando te ocupas, todo lo que haces te viene devuelto. No todos los padres tenemos esa suerte pero, los que tenemos hijos con alguna dificultad, somos los campeones de recibir mil en cosas en las que, sin duda, hemos dado menos. Pero son tan agradecidos! Y es un placer tan grande la crianza! No es un camino de rosas. Es arduo, difícil! No ando sobre una alfombra de pétalos y ni falta que me hace!