¿Cuál es tu clima favorito?
Vivía en un desierto. La sequía había afectado a toda la provincia donde tenía su domicilio y todo lo que hacía debía hacerlo dentro de aquellas cuatro paredes. Si salía fuera, moriría. No conocía a otros seres humanos y sólo contactaba con el exterior a través de videollamadas y chateos online. Sabía que, si seguía así, si las cosas seguían de aquella manera, moriría en soledad y sin que nadie pudiera siquiera rescatar su cadáver. Aquel cubículo pasaría de ser su vivienda a su tumba.
En la parte de atrás de su habitáculo, a base de mucho esfuerzo y de imaginación, había conseguido ir, muy poco a poco, creando un jardín. Con el paso de los días, de todos aquellos años viviendo sin compañía, había expandido su jardín bastante más allá de los límites de su propiedad, cosa que le daba lo mismo porque su residencia estaba en una especie de tierra de nadie, sin otro ser humano cerca.
Las plantas proporcionaban oxígeno extra a su hogar así como alimentos que eran considerados rarezas a esas alturas de la historia de la humanidad. Con el efecto invernadero, se producía agua, así que la construcción de aquel jardín era, no solo para rellenar sus ratos libres de algo que hacer, sino que además, le permitía tener mayores posibilidades de sobrevivir un día más.
Una mañana, al dirigirse al fondo del jardín, pudo distinguir, tras el plástico de su invernadero, otras plantas que ella no conocía. Al acercarse, cayó en la cuenta que otro ser humano, hombre para ser exactos, había tenido la misma idea que ella y ahora su jardín lindaba al norte con el del desconocido. Abrieron entre los dos un lugar por donde encontrarse, y, tras años de no tener contacto con otro ser humano, se abrazaron y lloraron juntos el alivio de no saberse solos nunca más. Y, estando en ese abrazo, oyeron un ruido extraño. Algo tropezaba con el invernadero al caer desde vete tú a saber de dónde. Asomaron sus rostros tímidamente y descubrieron que lo que oían era lluvia. Entonces decidieron salir al exterior, y vieron que otros seres humanos habían tenido la misma idea. Volver oasis su parcela de desierto y, poco a poco, lo que antes únicamente era un paisaje yermo, se había convertido en un vergel. Con un poco de recelo ante una situación tan extraña, se fueron acercando unos a otros y, al encontrarse, unieron sus manos creando un círculo perfecto, miraron al cielo, y, en silencio permitieron que la lluvia mojara sus rostros llenando sus mentes de esperanza. Ya había acabado su soledad. Ya no morirían solos.