¿Cuál es tu restaurante favorito?
Mi restaurante favorito no llega a esa categoría. En realidad, es una tasca. Un lugar con unas pocas mesas en el exterior envueltas en las mamparas que se pusieron tan de moda en la época covid, unos barriles, dos o tres, en el interior, que sirven de mesa, y la propia barra. La atienden dos personas, un señor de más o menos mi edad, y una chica joven. El origen de ambos, el mismo. Extremadura. Entrar allí es como hacerlo a la pequeña aldea de Asterix y Obelix. Todo tiene su origen en la misma Comunidad. La primera vez que fui, lo hice solo con mi marido. Entramos, no teníamos reserva, por supuesto, y nos tocó barril. Total, que en un momento dado, me arrimé a la barra del negocio para reclamar no sé qué cosa. Y, de repente, el paisano que tenía a mi derecha comenzó a hablarme como si nos conociéramos de toda la vida. Tenía, además, una retranca cómica muy buena, y ahí estaba yo, escuchando su anécdota, con una sonrisa que terminó en carcajada cuando acabó de rematar la historia. Entonces, de una forma muy rara, sentí el negocio mismo como casa.
Cuando voy con mis hijos,esto no me gusta porque tiene mala pinta, o porque tiene un olor fuerte, plato que pedimos, plato que se zampan. Está todo delicioso. De hecho, mi marido odia el queso, por esto del olor, y, una vez nos pusieron unas chistorras en una salsa echa con algo de queso. Tú dejaste de comerla? Mi marido tampoco. Quedará para los anales de nuestra insigne historia familiar.
Los que van allí, suelen hacerlo cada dos por tres. Yo no. Si pudiera sería como los parroquianos que se sientan siempre en la misma mesa. Un grupo de jubilados que tienen entre sus filas gente que ha sido conocida en la ciudad por haber sido regidores de la misma. Siempre son los mismos, gracias a Dios, y, cuando pasa mi hijo, que tiene mutismo selectivo, hacen una fila de palmas hacia arriba para que mi hijo los salude como si fuera una estrella de la NBA, chocando las manos. Me parece que tienen una sensibilidad fuera de lo común. A mi suelen preguntarme que qué tal me va todo, y tras intercambiar alguna frase más, ellos vuelven a su vino y yo a controlar la mesa, los pedidos y las bebidas.
Ah! Encima, está en la playa. Cerca de la avenida. Así que la comida va acompañada del sonido de las olas..no se puede pedir más!