¿Qué es para ti la libertad?
«Para la libertad, sangro, lucho, pervivo
Para la libertad, mis ojos y mis manos
Como un árbol carnal, generoso y cautivo
Doy a los cirujanos»
Esta canción de Joan Manuel Serrat que primero fue una poesía de Miguel Hernández, me viene a la cabeza cada vez que se habla de libertad. En ella, en sus versos, dice cómo la va a defender y, desde ella misma, a quién ayudaría si pudiera. Teniendo en cuenta que perdió la vida por pensar de manera distinta a otros, los versos, cuando los tarareo acompañando a la voz de Serrat, siento ganas de llorar.
La libertad y el respeto deben ir de la mano. Uno es libre de hacer y deshacer siempre que no se dedique a hacer daño al de enfrente. Ayer parábamos delante de un negocio, un instante, y vimos cómo una madre, abroncaba a su hijo en la puerta. La cara de él, mirando por dónde vendría el golpe, los gritos de ella que se notaba que era adicta, me hicieron pensar que, la libertad también tiene estas cosas. Puedes tener hijos y ser un desastre como madre, desde tu libertad, y destrozarle su futuro, o no, si él tiene constancia y suerte, y con los años alejarse de ti, o ser igual que tú y acabar incluso de peor manera.
A mi la que me gusta, la que disfruto, es aquella en las que te digo las cosas de manera educada, cuando no estoy de acuerdo con lo que me has dicho o con lo que me has hecho. La que me hace tomar decisiones que son buenas para mi vida, la que hace que me gire a ayudar a una persona mayor que yo porque la veo desorientada, la que hace que me levante cada día de la cama para luchar por los derechos y por las libertades de mis hijos, ciudadanos de segunda en una sociedad que aplaude que se tomen decisiones sobre ellos que son claramente injustas. Que yo aproveche los días en que la clase de mi hijo se va a Eurodisney, que no podían haber puesto algo peor, y me vaya a la casa del sur porque me niego a mandarlo al colegio. Esa es la libertad que disfruto. La que, desde los límites de mis derechos, ejerzo hasta que noto que vulnero la parcela del otro. Y entonces reculo. Porque de eso va todo. De no pisar el terreno ajeno, y dejar huellas bonitas en el tuyo propio.
«Para la libertad, sangro, lucho, pervivo
Para la libertad, mis ojos y mis manos
Como un árbol carnal, generoso y cautivo
Doy a los cirujanos»