¿Qué dejarías ir para estar en armonía contigo mismo?
La ansiedad es algo que me acompaña desde muy pequeña. Esos pensamientos que te asaltan y que te previenen de algo que no ocurre nunca, que hace que te sientas como una central eléctrica, que te pellizca el estómago y, a veces, sientas incluso ganas de vomitar, eso, es algo de lo que me desprendería gustosamente por siempre jamás.
Le planto cara haciendo deporte, que hace que bajen tus niveles a grados soportables, escribo, que, además de gustarme hace que las cosas se recoloquen, y me dedico a coser o a planchar, dos actividades que me relajan más que un orfidal. Si. Soy más rara que un perro verde. Cualquiera que me lea dirá gustos@ que no tiene plancha o que adquiere su ropa no sin antes asegurarse que no necesita plancha. Pero, cumpliendo la premisa de que me gusta pero no soy masoquista y no me plancho hasta la ropa íntima, o las sábanas, que he leído que dormir en ellas es una experiencia religiosa, pues la veo una actividad relajante. Mientras paso la máquina por la tela y hago desaparecer las arrugas, al mismo tiempo y del mismo modo, hago desaparecer esos pensamientos rumiantes que son una auténtica lata.
Lo mismo cuando coso. No pienso en otra cosa que poner la pieza de tela como yo deseo. No soy una gran costurera. Hago cosas muy básicas. Pero me hubiera gustado aprender aunque creo que para eso tendría que haber vivido una vida con más horas, o sin terapias, o sin el caos permanente en el que tengo mi casa.
Esa es otra cosa que me da ansiedad. La parálisis en la que he sumido a mi hogar en pro de otras cosas que para mí eran prioritarias. Preparar unas oposiciones, una promoción interna, acudir a cuanto congreso se realizaba cerca o medio cerca de mi casa, realizar cursos de formación ya fuera por necesidad laboral o por entender en profundidad el autismo, han hecho que mi casa pasase a ser lo último de mis prioridades. Hemos hecho apaños, pero ni siquiera tenemos un juego de sábanas en condiciones porque para cualquier cosa hay que tirar de agenda y encajarlo en horas de terapias.
Hoy he dado el pistoletazo de salida a poner orden, poco a poco en la casa. Empiezo por la cocina y acabaré en el estudio. Ardua tarea. Pero hoy es un buen día. Es San Fermín y me he levantado pensando que el caos me persigue como los toros lo hacen a los corredores en los encierros. Si no corro, si no ordeno, el caos me alcanzará y me pasará por encima, si me caigo o lo dejo, se formará un tapón peligroso que puede perjudicar a otros, pero si sigo y paso la puerta del estudio, como los corredores el portón de la plaza, habré conseguido un poco de orden mental en mi cabeza. Y yo por mi salud mental, que es lo más importante de la vida, soy capaz de hacer ese sacrificio. Empezamos!