Cuéntanos algo que te gustaría intentar por primera vez.
Me gustaría intentar, por primera vez, hacer submarinismo con botella. Hace más años que un bosque, veía los documentales de Jacques Cousteu, no sé si lo haya escrito bien, y con ese señor descubrí que había un mundo submarino que era apasionante. Él lo llamaba cruel en ocasiones, cuando tal especie se comía a otra o qué se yo, pero entendía yo, ya de pequeña, que eso solo se hacía para crear un documental más atractivo. Ya saben, a la naturaleza siempre se le ha puesto adjetivos humanos. Cruel, despiadada, así si, nosotros hacemos lo mismo, nos equiparamos con ella y nos sentirnos menos basura. Si había que hablar de mundo cruel, ya sabía yo de nadar entre tiburones, pero con piernas, peligrosísimos. Dónde va a parar! El tiburón blanco, ante ellos, quedaría en ridículo!
Mi marido podría ser instructor y, si le diera la gana, me enseñaría. Bueno, en realidad, si le diera la gana, y nos tomáramos unas mañanas libres sin hijos. Difícil. Pudimos hacerlo antes de los niños, pero llenamos nuestras vidas de tonterías divertidas con la sola idea de pasar el rato. Nada de aprender ni actividades didácticas, no. Eso llegó después, cuando tener un hijo no cuadraba con ninguna de los libros ni manuales que leíamos.
Ahora que hemos visitado la isla situada frente a la nuestra, que allí los peces se mean en los pescadores porque la isla entera está protegida, he pensado que, solo por eso, por lo protegida que se encuentra, el fondo marino debe ser todo un espectáculo. Pero me he tenido que limitar a verlo desde el barco que nos llevó o desde la orilla del mar porque casi hasta ese lugar llegaba la naturaleza.
Me tuve que conformar con sentarme en la toalla y vigilar a mis hijos desde ella. «No te alejes, no pases por ahí, mira los cangrejitos, esto se mira pero no se toca que te multan…» y así se nos hizo la hora de volver en el ferry.
Cuando yo era pequeña, cuando me sentaba a ver los documentales, veía a ese señor, mayor, que debía tener mi edad actual o menos, flanqueado por un grupo de hombres que lo acompañaban con lealtad, con todo el amor a la profesión, a los que te daban ganas de unirte, a vivir esas mismas aventuras que te mostraban en el televisor.
Con estas vacaciones he vuelto mucho a mi infancia, a recordar cosas, a mi viaje de novios, a respetar, aún más si cabe, el entorno. La naturaleza. A ser consciente del legado que vamos a dejar y, de lo que pasará si seguimos esquilmando. Me siento como Jacques, moviendo las aletas mientras observo. Y siento miedo y pena.