¿Cuál es la persona más famosa (para bien o para mal) que has conocido?
Hace muchos años, se metieron dos a robar a punta de pistola en un banco que había por mi antiguo barrio y que ya no existe. Salieron con el botín y fueron perseguidos por la policía.
Antes de que la policía pudiera dar con ellos, decidieron, porque no eran muy listos, enterrar las bolsas que llevaban, en la arena de una playa. Como si en vez de atracar un banco, hubieran hecho lo propio con un barco y, como buenos piratas, enterraran el botín. Pero ellos no contaron tantos pasos lejos de la orilla, otros a la derecha y otros pocos a la izquierda, no. Ellos enterraron el dinero tan cerca de la orilla que, al subir la marea, la bolsa con el dinero y las armas, fueron arrastradas por el mar.
Los detuvo la policía y, cuando les apretaron para que les dijeran donde estaba el botín, señalaron al hoyo vacío.
La policía no daba crédito y, enseguida se corrió la voz de que el dinero, los millones, estaban en el agua, o enterrados en algún sitio y los atracadores se habían confundido. Total, que, como la gente es de natural buena y honrada, se tiró un montón de gente a buscarlos con palas, equipo de submarinismo…y, la playa, que era el terreno exclusivo para las borracheras de mi abuelo, se convirtió en un lugar muy parecido a los que han sido bombardeados. Lleno de cráteres y de gente tirada en la arena. Como cadáveres de la propia batalla.
En esas estaban cuando mi abuelo, cuyo atuendo general solía ser la de un bañador corto, un paquete de tabaco enganchado al bañador, un vaso de tubo con su poquito de whisky, y su barriguita cervecera. Miró a todos con ese aire de condescendencia que da la sabiduría alcohólica, y se tiró a nadar que, en eso era como una foca. Ágil, rápido, magnífico.
Mi abuelo era de los que se adentraban en el mar, hacían un picado hasta el fondo, y volvía a salir a coger aire. En uno de sus picados encontró la bolsa del atraco. Salió con ella sin que le viera nadie, se la llevó a su trabajo, la guardó en su taquilla y salió para seguir haciendo lo que hacía siempre. Beber. Y, en esas, le contó a un colega de barra lo que había pasado.
Llegó a casa con su alcoholismo, la bolsa del dinero y el problema. A que todos en casa decidiéramos qué hacía. Como si se pudiera decidir algo después de haberlo piado. Lo dirigimos a la comisaría más cercana y allí lo dejamos.
El banco ofrecía una recompensa y, junto con el director de la entidad, estaba la cara de mi abuelo en todos los periódicos.
Creen ustedes que llevó la recompensa a su casa? Mi abuelo era de los que solo llevaban problemas. La recompensa la gastó con gente que el consideraba amiga y con mujeres que, por el módico precio de lo que llevara en los bolsillos, le decían que era el mejor amante del universo. A su casa llevó la pistola de uno de los atracadores y con ella entró apuntando al vacío hasta encontrar mi frente. Y ahí se paró. Me miró y se rió. Es cierto que la pistola estaba oxidada pero también lo es que, por el tamaño de ésta y por mis años, no caí. Le dije fríamente que me quitara aquello de la cara. Volvió a reír y bajó el arma. Fue recompensado por encontrar la pistola. Tampoco vimos su familia una mierda.