Do you ever see wild animals?
En mi vida he visto muchos tipos de animales. A algunos, les ha parecido bien pegar a su mujer, o decir a quien quisiera oírlos que sus hijos no eran suyos. Todos menos a la última que hizo sin estar bebido. La cosa es que todos, sin excepción, se le parecían. Pero daba igual. También le levantó la mano a alguno. A puñetazos, y luego lloraba como un niño porque el taxista que lo llevaba a su casa le dijo, tras contarle lo que hacía, que no sé cómo tuvo el cuajo, que era un pedazo de cabrón. No sé qué esperaba. Una medalla a la masculinidad muy mal entendida, tal vez.
He visto a alguno ir a la peluquería y comprarse las mejores camisas hawaianas del mercado, disfrutando de sus vacaciones, mientras a su hijo lo operaban a vida o muerte al otro lado de Europa, a pesar de ser avisado. A pesar de ser su único hijo. Impasible ante lo que pudiera suceder, cero aliviado ante el resultado positivo final, todo ello, claro está, con un final acorde a su trayectoria vital. Con su hijo teniendo que pelear la herencia en los tribunales.
También he visto a alguno decir a su pareja, tras mandarla al hospital, que si lo dejaba, la mataría para luego acabar con su vida. Como así hizo dos años después, dejando a la familia de ella en el duelo de perder a una mujer maravillosa, digna de una mejor suerte de la que tuvo. La pobre mujer, cuando le dije que se escondiera, que huyera a algún sitio, me contestó que no podía. Que él sabía todo de su familia y que le daba miedo que fuera contra ellos. Entonces le repliqué que, si no seguía mis consejos la iba a matar, y me contestó un «si» lleno de resignación. El día que oí que había cumplido su amenaza, mi vida se tornó más gris. Había perdido algo de color. Y con esa pesadumbre sigo hasta hoy. Pensando en qué más se podía haber hecho.
He conocido a otros que han sido capaces de los peores abusos, de los que te mandan a la cárcel, de los que ahora tardan en prescribir porque la víctima suele mantenerse callada, por vergüenza, por miedo, porque luego no se haga una manifestación a favor de su abusador en la que se defienda su inocencia, como si las actitudes o las formas que utiliza en su día a día dieran idea de su verdadero rostro, de una mente de mierda que solo trabaja la manera de engañar a todos para que acerquen a sus víctimas hacia él. Tejiendo una tela de araña, primero sutil, y luego cada vez más tupida, y, como las presas de las arañas, son envueltas en una pesadilla de horror y de silencio. Donde no se grita por miedo a que cumpla con lo que amenaza, que si hablas les digo a todos que fue por tu culpa…que a quién van a creer? A tí? O a mi, que tengo la categoría de heroe, o de santo, o de buen samaritano…?Claro! De eso viven. De eso se alimentan. Con eso consiguen el silencio de sus víctimas y, cuando ellas se deciden a hablar (y ese ellas lo utilizo en femenino porque víctimas lleva artículo de ese género, no porque no existan niños abusados, que también) encima tienen que oír de los demás eso de, «haz roto a una familia. Para qué hablas ahora?» «Con lo bien que hemos vivido todos en la ignorancia, tal vez incluso con la sospecha…»
Esos animales de los que hablo, no deberían caber en la naturaleza. Tienen dos patas y se hacen llamar humanos. Pero yo tengo serias dudas que lo sean realmente. Todos ellos tienen un valor inferior a la mierda de cualquier animal que vive en su habitat tratando de sobrevivir a seres como estos. Humanos dicen…ja!!!