LAS ENFERMEDADES

Llevo toda la semana liada porque se me ha puesto el enano malo. Esto se ha traducido en noches sin dormir, tener cara de oso panda al despertar por las ojeras, y el no hilvanar una frase con sentido por culpa de la propia falta de sueño.

Cuando vivimos situaciones de este tipo siempre me acuerdo de los principios, de cuando era una madre primeriza y tenía una hija que era incapaz de explicar qué le dolía, dónde, porqué. Ahora con su hermano la cosa está menos complicada. En ese sentido, él tiene mayores herramientas que ella y no se ve caminando por un desierto en el que, con las pocas señales que ella me enviaba, esto es, sus gestos, su fiebre, su cuerpo mismo, debía adivinar qué podía pasarle y ponerme a la acción.

Recuerdo que, cuando mi hija comenzó en la guardería, sus mayores problemas de salud fueron los estomacales. Comenzaba a vomitar, y acabábamos en urgencias porque aquello no paraba. Estamos hablando que, en ocasiones, no tenía siquiera fiebre, y aquello resultaba de lo más extraño. Un día, en urgencias le pregunté al médico que por qué le sucedía aquello tan frecuentemente y se me encogió de hombros. Entonces decidí pasar a la acción. Y, por la evolución del proceso, descubrí que, siempre que había vómitos esto coincidía con que mi hija sacaba en su mochila una bolsa gigante de chuches porque en la guardería algún niño había tenido cumpleaños. Entonces decidí hablar con todo bien, porque eran sus dos palabras de la agenda preferidas, y le pregunté que si en los cumpleaños hacían algo especial, y me contestó que sí. Entonces le dije que, a lo mejor, mi hija se tiraba como un perro hambriento a los platos de chuches, y que, por favor, no dejara que se pusiera hasta las cejas de esa comida chatarra. «-No, no» me contestó. «-Ella siempre se queda mirando alrededor de la mesa pero a penas toca nada». Salí de allí dándole muchas vueltas a la cabeza. Hasta que se encendió la bombilla. Y si resulta que lo que le afecta son los cambios de rutinas? Y si llega a un punto en que lo somatiza y se enferma?

Y así fue. No eran más que nervios porque dejaban de hacer lo que tocaba y comenzaban con algo que ella no entendía. Ayyy!!! Tuve tantas pistas y fui tan lenta!!!

Otra cosa muy curiosa es la fiebre. En el caso de mi hija, ella, que le encanta hacer las cosas como se debe, era incapaz de dormirse en ningún sitio mientras hubiera luz solar. No toca dormir. Toca estar despiertos. Pues bien, cuando la veía que caía hacia un lado y se quedaba dormida le ponía el termómetro porque sabía que estaba enferma. Luego la ponía encima de mi (si era una histérica nivel pro) y observaba su respiración. Una vez, al oir un pequeño murmullo que venía de su pecho, corrí a urgencias porque para mi la cosa no pintaba bien. El médico me miró con sorna (yo también lo hubiera hecho teniendo la sala de espera a tope de niños) y comenzó a observarla. Luego me miró y me dijo, pues si, hay un murmullo. Pero ha llegado a tiempo y no ha dejado que la bronquitis haya tomado posiciones en ella.

Otro día fue, cuando ya hablaba, que me dijo «mamá, me duelen las costillitas». Y, tras eso, comenzó a subírsele la fiebre y no paró hasta pasar los 39 grados. Llamé al 112, (si, ya dije que era una histérica) porque no conseguía bajarle la fiebre ni a tiros. Entonces el médico me dio un par de instrucciones para hacer antes de salir a urgencias, y me dijo que la niña poca cosa no tenía. Cuando llegamos, la doctora la miró siguiendo mis indicaciones, que no eran muchas ni muy fiables, y comenzó a descartar. Entonces se la llevaron a hacerle una placa de torax. Aún la recuerdo preguntando qué le iban a hacer, mientras se la llevaban en la camilla y yo llamaba a su padre al trabajo porque tenía la impresión de que aquello, si que si, era serio. Neumonía. El dolor de costillitas explicado en una sola palabra.

Ahora estoy «disfrutando» el poder hacerme y hacerles entender mejor qué les pasa, y que ellos también me expliquen qué demonios les duele. La verdad es que el paso de los años me ha hecho ver cuánto hemos aprendido a gestionar algo tan importante como es la salud. Ahora ya mi hija me explica incluso, cómo y a qué nivel le duele el periodo y, por ello, mi histerismo cogió un día la puerta y se fue. Por ello pude estar junto a mi madre hasta el momento mismo en que dijo adiós a la vida, y luego, con mi marido y su intervención quirúrgica en lo que él creía era un tumor en la próstata y que resultó descartado. Mi madre solía decir que Dios da sus batallas más duras a sus mejores guerreros. Yo opino que, los años y las experiencias hacen que uno pueda ver las adversidades con cierto desapego, manteniendo la calma incluso, cuando sepamos que la batalla está perdida. Y con eso me quedo hoy. Fin.


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