La autobiografía

Si tuvieras que escribir tu autobiografía, ¿con qué frase empezarías?

«La vida es un gran pastel, y hay que comerla a bocados» Me dijo mi madre antes de fallecer.

Hace exactamente un año, empecé y terminé la entrada con esa frase. Yo creo que incluso la publiqué sin darme cuenta de que lo hacía. Hoy, al leer otras entradas, he descubierto que ya había hecho la mía. De una manera inconsciente, es cierto, pero ahí quedó.

Tras esa entrada, escribí mi historia, la escribí en el ordenador, y, sin saber qué título ponerle, ahí quedó. Como el arpa de Becquer. Salvando las distancias claro! Solo la han leído dos personas, mi hermana y mi psicóloga. No tengo ninguna intención de publicarla, pero si de añadirle partes de mi vida que quedaron sin contar, y para eso, he decidido escribirlo todo de nuevo a mano. El ordenador no ordena en mí mis pensamientos. Con la escritura a mano si. Y, la verdad, tal vez hace un año hubiera utilizado la frase de mi madre, pero es que ella fue una disfrutona. Su canción preferida, la que quería que sonara durante su velatorio, era «My way» de Frank Sinatra, y la verdad, es  que la retrata perfectamente incluso en su final.

Yo elegiría algo así como mi lucha para salir del pozo, la oscuridad infinita, la luz al final del túnel o algo parecido. Porque, mientras mi madre vivía su vida, aprovechando cada uno de sus minutos, yo trataba de sacar la cabeza de un pozo lleno de porquería, donde no quería ahogarme sin remedio. Mi lema siempre fue, «aguanta, porque ya verás que, un poco más adelante, verás un arcoiris, te subirás a él y desaparecerás entre unicornios y polvo de hadas. Un absurdo? Si. Pero me sentía como los judíos caminando en el desierto buscando la tierra prometida. Necesitaba el acicate de que la vida no era solo vivir una desgracia o una penuria detrás de la otra. Yo necesitaba creer en un Edén.

Hace poco, hablando con un conocido, me dijo que la vida era como una noria, que, a ratos te pone arriba, y otras abajo. Lo miré un tanto perpleja y le solté que la mía había sido más como un péndulo. Yo nunca había estado en la cima. Nunca había tocado techo. Pero eso sí, viniendo de tan abajo, pudiendo haber acabado muy malamente, el haber salido de donde estaba me hace un poco pro.

Quiero terminar mi historia, contarla como se debe, dejársela a mis hijos un poco para que entiendan de dónde vienen mis neuras. Nunca les he explicado nada. Tal vez por miedo a ser juzgada. No sé. O quizás, por miedo a que vean que no estoy hecha de un material fuerte.

Una vez alguien me dijo que estaba hecha de acero inolvidable. Me gusta eso. Poner huella en la cabeza de alguien y permanecer allí durante toda su vida. Eso es bonito. Si. Lo mejor de la vida. Dejar huellas bonitas.


2 respuestas a “La autobiografía”

Replica a fernandogarcalazcano Cancelar la respuesta