Si pudieras diseñar la habitación perfecta para leer y escribir, ¿cómo sería?
Cuando empecé a trabajar en la oficina anterior, en el Registro, tuve una compañera que, al cabo de los meses se convirtió en amiga. Nos unía la preocupación por nuestros retoños. Ella tenía una hija pequeña con diabetes y yo, pues sospechaba que mi hija era autista.
Esa compañera, después de habernos repartido los días de Navidad, que entre 3 resulta un coñazo y más en una oficina donde va tantísima gente, me dijo que necesitaba uno de mis días porque iba al dermatólogo. Le había salido algo en medio del pecho, como un grano, que le sangraba al tocarlo. Iba a ir al médico de manera urgente. Le dije que sí, y, cuando la llamé desde el trabajo para saber qué le habían dicho, me dijo que era un melanoma y se echó a llorar.
Estuvo, por supuesto, un tiempo sin poder volver al trabajo porque el principal lo tenía en su ceja derecha y, al quitárselo se le había quedado la expresión de la cara rara, así que la operaron de nuevo para reconstruir.
Pasado el susto, y cuando estaba a punto de coger el alta, nos fuimos a celebrarlo comiendo en una pizzería pero antes, nos hizo un tour por su casa. Éramos cuatro en la visita. Nuestro compañero, una chica del departamento de nacionalidades, ella y yo.
La casa era un espectáculo. Dos plantas, una cocina enorme, una azotea donde hacer asaderos..brutal. Cuando nos enseñó su habitación y nos mostró el vestidor, yo me dije que ella trabajaba por gusto porque se notaba el poderío. No debemos juzgar a nadie por una primera impresión como consejo de vida. Yo pegué un grito, como el que pegan las amigas en el anuncio de Heineken, seguro que no lo han visto porque soy mayor, y para que se me quitara la sorpresa me llevó al cuarto de una de sus hijas. Era una habitación con una ventana que dejaba pasar una luz indirecta para el estudio perfecta, con una mesa a ras de la ventana que permitía estudiar a placer, su cama y su armario. Todo amplio pero sin exageraciones. Le pregunté si la alquilaba y se echó a reír.
Con el paso de los años, y a medida que se fueron añadiendo problemas a mi saco, los medios para estudiar se volvieron más exiguos. Por último estudiaba en la cocina. Aquí el verano dura de enero a diciembre y, abriendo la ventana del salón y la de la cocina conseguía no morir encima del mantel de plástico. Así estudié la primera y la segunda vez que aprobé. Estos últimos meses, he trabajado en una mesa amplia, con luces Led encima de mi cabeza, y un airecito que viene de una ventana batiente a mi derecha. Tengo frente a mi una planta enorme que pertenece a mi compañera y un ordenador chulo con una doble pantalla que ha facilitado un montón el trabajo. El mejor invento del universo. Pero aún sigo soñando con una habitación como la de mi amiga, con una ventana como aquella, con una luz como aquella, con una mesa como aquella.

2 respuestas a “La habitación”
Muy linda habitación y se ve tan perfect😊👌🏿💙
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No es mi habitación de estudio, qué más quisiera yo, es mi mesa de trabajo, pero como ves, con la planta, da un toque de hogar
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