Mis zapatos

Dinos algo acerca de tu par de zapatos preferido y adónde te han llevado.

Nunca he tenido unos zapatos preferidos con los que caminar. Era de las de comprarme un par y, cuando se caía a cachos, me compraba otros. No había dinero para dispendios y siempre he preferido comprarme un libro que ir calzada.

He caminado muchísimo. Cuando era jovencita, por esto de que mi padre no me aflojaba un duro, solía ir caminando a todos sitios. Aquí es todo cuesta abajo o en llano, así que no había problemas. Los problemas llegaban al subir y entonces, si era mucho el recorrido, cogía el transporte público.

He caminado en todo tipo de situaciones, he salido corriendo por situaciones de peligro, he bailado, he caminado por el placer de andar, lo he hecho por obligación…recuerdo un viaje a otra isla en el que yo me negué a seguir caminando y mi madre, que por aquel entonces estaba muy embarazada de mi hermana, junto con mi padre, se subieron los dos a una guagua y me dejaron en la parada. Sola. Durante el rato que estuve allí, mis pensamientos se fueron a un ojalá pase alguien que quiera a una niña y me lleve consigo. Ya casi podía sentir el sabor de vivir una maternidad con una madre que no fuera joven e inexperta como la mía, y con un padre abnegado que me demostrara su cariño a cada rato. No hubo suerte. Se bajaron en la siguiente parada y volvieron a por mí.

Luego, porque el universo es bueno, nació el bebé que resultó ser una niña. Una grande, hermosa, con unos ojos azules impresionantes. El día que mi madre volvió del hospital con ella, salió mi abuela a llamarme a la calle: «Sandraaaaaa, veeeeenn» y claro, fui, a ver qué era tan urgente e importante. Y salí corriendo como un galgo, y salté los escalones que llevaban a la casa de mi abuela de un solo salto y, sin aliento me puse junto a mi madre que me enseñó a la niña. «Te gusta?» Me preguntó. Yo asentí con la cabeza. Y volví a mirar a la nena y supe que había terminado mi soledad. Y me alegré por mi. Muchos años después nació mi hermano, pero él vino a enseñarme otra lección de vida. Esa niña se hizo mujer y hace unos años me animó a escribir y a abrir un blog. Hoy es su cumpleaños. Cumple 50 añazos y espero que siga cumpliendo muchos más y que yo los vea. Sé que suena egoísta, pero es que los hermanos están para llenar los vacíos de la vida. Como espero que yo la de la suya.

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4 respuestas a “Mis zapatos”

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