¿Tienes un segundo nombre? ¿Tiene algún significado especial?
Tengo un nombre compuesto porque cuando nací se tenía muy en cuenta eso de no poner a tu hijo un nombre lo suficientemente bíblico para que el sacerdote accediera a ponérselo al bebé, así que mi madre, que poniendo nombres no era muy de romperse la cabeza, tras descartar el llamarme como a mi abuela paterna (ojo cuidado! se planteó el ponerme el mismo nombre que el de una señora a la que no podía soportar) me puso un nombre que llevaban ella y mi abuela materna. Ambas dos se llamaban como la madre de María, Ana, y he leído por ahí que significa algo así como misericordiosa. Total, que, claro está, como nos llamábamos las tres igual y, encima, compartíamos espacio vital, para no confundirnos, decidieron acordarse de llamarme por el segundo nombre. En el cole decidí utilizar el primero de los dos y luego en los trabajos. Era una risa cuando en casa sólo existía un teléfono, recibir una llamada y, en vez de ponerme con la compi de turno, hacerlo con mi abuela o con mi madre.
Siempre le recriminé a mi madre que me pusiera un nombre compuesto con mucho toque de culebrón, y, un año antes de ella irse le dije que, odiando como odiaba su propio nombre compuesto, ella se llamaba Ana María, cómo había sido capaz de ese crimen a la humanidad. Nos reímos muchísimo ese mes hablando de esas tonterías. Además, yo le decía que, como era tan horroroso, era la única persona inscrita con ese nombre en el Registro Civil en el que trabajaba. Mi madre me devolvía una mirada mitad sorna, mitad orgullo, y, tras un silencio breve, volvíamos a reírnos como si de un chiste se tratara.
A los dos años de fallecer mi madre, veo en las revistas del cuore que había nacido la hija-nieta de Ana Obregón y, vaya por Dios! decide ponerle mi mismo nombre. Yo creo que fue una broma cósmica de mi madre. De no haber oído nunca mi nombre en otro ser humano, a verlo puesto en el papel cuché. Me la puedo imaginar, donde esté, mirándome con aquellos ojos llenos de orgullo y humor. «Mira, para que veas que no eres la única» me diría. Luego la miraría en silencio, y comenzaríamos a reír por la broma.
Hoy, 8 de marzo, en el día de la mujer, reivindico a esas dos mujeres, mi madre y mi abuela, que, a pesar de tener todo en contra, a pesar de no tener unas parejas decentes con las que compartir sus vidas, consiguieron sacar a sus hijos y a sus propias vidas adelante. Me alegré muchísimo cuando mi abuela enviudó porque, primero, desaparecía de su vida alguien que vivía para joder la suya, y segundo, porque a partir de ahí pudo vivir con mayúsculas, y se dejó mimar, y consiguió ver mundo. Y, cuando se fue mi madre, supe que se había ido una mujer que, a pesar de los pesares, sacó, de todos sus tropiezos, lecciones y vivencias grandiosas. Así que si, estoy hecha de un material fuerte, genuino, lleno de humor, de lucha. Y por eso me he enamorado de mi nombre. Porque está lleno de historia. De la mía. De la nuestra.