Hoy no iba a publicar porque Avatar sigue apagado pero, hace 5 años, durante este mes tuve las mejores vacaciones de mi vida y lo dejé expuesto aquí, en el blog así que decidí dejar igualmente mi sentir en estos días de apagón impuesto. Ayer, al lamentarme por lo que sucede, mi hija me recordó que tenemos salud, que vivimos a dos minutos de mi suegra, que a ella le dieron ayer el alta, y que, encima, a vuelto a caminar. Todo hace un sumatorio potente que, si no alumbra en demasía, sí da un calor que hace que nuestros ánimos estén altos y es lo único importante. Además, ya queda menos para irme a la casa del sur tengamos luz aquí o no.
Nos hemos dado cuenta también que, la tecnología nos quitaba tiempo de calidad. Ayer tuve una conversación con mi hija larga, tranquila, que no suele suceder porque vivimos ocultas detrás de las pantallas. Siempre vamos deprisa porque los cacharros estos nos dejan perdiendo el tiempo hasta límites insospechados y, cuando caes en la cuenta, llevas una hora de tu vida viendo gilipolleces. Por lo menos yo. Y mi hija, que me dijo que nunca imaginó una desintoxicación tan buena de las redes como esta.
El enano y yo estamos haciendo tiempo aquí hasta que abra la cafetería. Ahora mismo está tirado en el suelo, como un perro esperando a que le pongan la correa para salir a algún sitio a hacer alguna cosa. Estamos educando su paciencia, esa que le quita el tdah, y su aburrimiento. Está poco acostumbrado y es muy saludable aburrirse. Y no es ya que lo digan los especialistas, es que se pega todo el día buscando que rellenes sus vacíos. Y no. Debe buscar la manera de hacerlo él y, si no sabe, aprender.
No tengo planes para hoy, ni para mañana. La falta de luz ha hecho que me pare y baje la velocidad a la que iba mi vida. Supongo que el ser humano saca de paseo la palabra resiliencia en cosas como esta. Por lo menos yo. Y he frenado y ahora me da más tiempo para hacer cosas. Es como si te escaparas del centrifugado de la lavadora y vieras al resto del mundo correr para volver al mismo sitio y me siento sorprendida. Desagradablemente sorprendida. Me noto como en aquel verano, el último que pasé con mi madre, disfrutando cada uno de los ratos, de los momentos, con la gente que, si te faltara alguna vez, y no como la luz que volverá cuando a la compañía le vaya bien y termine nuestro expediente, sino la que sabes que si notaras su ausencia definitiva tu vida sería un río de lágrimas. Me sujeto fuerte para que la vorágine de la vida no me arrastre. No me llevé con ella. Para seguir presente. En el ahora.
3 respuestas a “Avatar y el apagón”
Ana querida,
Qué maravilla cómo logras transformar un apagón en un encendido del alma. Cuando te leo es como abrir una ventana y cuando todo parece cerrado, entra aire fresco, un poco de nostalgia, y mucho de eso que no se ve pero se siente.
Me has tocado el corazón con eso de “el enano tirado en el suelo como un perro esperando la correa”. Me he reído y me he enternecido al mismo tiempo. Porque detrás de la imagen graciosa, hay un universo entero de amor, paciencia y aprendizajes sin pantallas.
Y esa frase sobre el centrifugado de la vida… Ay, Ana, si supieras que la uso con muchísima frecuencia. Pero tú qué bien lo dices. Esa sensación de que todo corre sin sentido mientras una intenta, como puede, bajarse del tambor giratorio para mirar el cielo un momento.
Gracias por compartir lo que sientes incluso en estos días grises de apagón.
La luz, esa de verdad, la traes tú con tus palabras. Y tu hija, qué sabia, también al recordarte que hay motivos de sobra para sentir gratitud, aunque el enchufe no funcione.
Te abrazo fuerte, con el cariño de quien también intenta sujetarse para no irse con la corriente y quedarse un poco más en lo que importa.
Cuídate mucho. 🥰💝🌷
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Muchísimo ánimo! Detrás de lo que escribes se perciben luchas a brazo partido con la vida misma y eso, Yvonne, necesita de mucha fuerza. Te envío parte de la mía en un abrazo apretado! 🤗 ❤️😘
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Llevo una buena mochila a mi espalda desde pequeña, ya me he acostumbrado a ella y hasta vivo la vida en clave de humor, no me queda otra.
Pensé que a estas alturas de la vida, podría disfrutar de la vida y tener más tranquilidad y nos llegó lo de mis nietos, ocho años luchando por ellos en juzgados y pagando fortunas que no tenemos a abogados, en fin… Así es la vida, Ana, todos tenemos algo.
Yo solo espero que con el tiempo todo se arregle, es mi esperanza.
Un besito y disfruta de tu finde, aunque sin luz, pero seguro que te inventas algo para que tanto los niños como tú saquéis provecho de estos días. 🥰💝🌷
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