Quitando un par de cosas, Córdoba me ha gustado. Y me ha gustado porque he ido con mis amigas, y porque la he disfrutado con mi hija.

Al llegar, nos instalamos en el Barrio de la Judería en un apartamento donde cabían 5 personas, muy coqueto. Es cierto que escuchas a turistas, caballos, parejas que aprovechan la oscuridad de la noche…en fin, que si eres menopáusica, entre sofocos y ruidos duermes intermitentemente. No importa. Cuando vas de visita a algún sitio, dormir está sobrevalorado. En cinco días hemos visto sus cuatro Patrimonios de la Humanidad, y todos nos han encantado, aunque algunos tuviéramos que intuirlas a través de la destreza de los arqueólogos.

También hemos comido muy rico y nos hemos hecho muchas fotos, sobre todo en los patios llenos de flores que ponen algunas familias al servicio de los turistas. Y aquí hemos descubierto, para nuestra desagradable sorpresa, que el turista actual es un ave de rapiña maleducado que, para una maldita foto, es capaz de estropear el trabajo de una familia entera y salir, a gritos de la dueña de la casa, como si la culpa fuera de ella por tener tantas macetas.

En fin, hoy ya vamos de vuelta y yo debo cortar el rollo porque debo terminar mi maleta. Mi hija se ha levantado y me ha dicho que no quiere volver. Misión cumplida. Eso es lo que quería oír de su boca. Que ha disfrutado. Que se lleva recuerdos que la harán mejor persona. O eso espero!!

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5 respuestas a “Córdoba”

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