Hoy me he levantado por el ruido de una tormenta. Al principio me ha extrañado pero, al asomarme a la ventana, he visto que mis oídos no me engañaban. Me he acordado de cuando viví unos meses en la península y, como una carambola de billar, me trasladé al cumpleaños de mi hermano ayer. Él pobre cabrón está en Costa Rica, sufriendo como solo una persona como él es capaz de sufrir, es decir, está exprimiendo cada minuto de su vida a tope.
Me voy a preparar al desayuno y veo a mi enano saludándome desde el sillón. Ayer colgué una foto de mi hermano de pequeño, y mucha gente vio que se parecía a mi hijo. Y si, se parecen. Incluso en la parquedad de palabras. Vuelve mi memoria a mi hermano, merendando y viendo «La Sirenita» de Disney, calladito, recién duchado, que sólo me miraba a través de sus pestañas tamaño jirafa cuando yo le preguntaba alguna cosa. Parpadeaba una vez. Asentía o negaba con la cabeza. Volvía a los dibujos. Yo debía de ser la hermana coñazo porque le llevo unos buenos 17 años, pero era lo que había y, aún hoy, habré subido un par de peldaños en la categoría, no muchos más!
Eso me lleva a cuando le apareció un testículo de color verde y, a mi pregunta de si le duele me contesta que no. Mi madre me mira y yo le devuelvo en la mirada toda la gravedad del asunto. Sin decir nada. No queremos asustarlo. Lo lleva a urgencias y, prácticamente, no vuelven a salir del hospital hasta dos años después. Él sale con un montón de heridas de guerra, en una batalla contra la muerte, y mi madre con una coraza dorada que la convierte, a partir de ahí, en una mujer diferente. Habían ganado la batalla, aunque la guerra duraría varios años más.
Tambien lo recuerdo jugueteando con el amigo, corriendo de un lado para otro, mientras yo sostenía un cubata, que ahora no bebería ni muerta, y lo miraba como un camaleón. Un ojo a quien me hablaba y otro a él. Ejerciendo de hermana coñazo. Cuando mi madre me preguntaba que si lo había visto, yo le señalaba al punto exacto, y por ahí pegaba mi madre un grito de vuelta a casa.
Comienzo a desayunar, y eso me lleva a una tarde de cena en casa de mi madre, diciendo que le obligan a leer un libro de Eduardo Mendoza, «Sin noticias de Gurb». Yo vendiéndole el sentido del humor de Eduardo y él contestándome que me lo lea y le haga un resumen. Yo, como buena hermana coñazo le digo que no. Que se lo lea él que el trabajo de estudiar es todo suyo.
Para compensar, no sé si fue por ese tiempo, mi madre estuvo un día fuera, y mi tía y yo decidimos hacer turismo. A eso se apunta mi hermana, y mi hermano que nos suplica que le dejemos faltar ese día al cole. Me convence a la primera, pero para ejercer de hermana mayor coñazo le hago que me ruegue un poco más. Mi tía le da la bendición urbi et orbi, intercediendo antes de que yo saque la fumata blanca. Mejor! Así no bajo de categoría ante sus ojos! Le ruego que no de detalles de una jornada inexistente de cole a mi madre, que no es tonta, y es lo primero que hace cuando nos sentamos a cenar, mientras yo lo fulmino con la mirada. Como buena hermana coñazo.
Hoy puso en su estado imágenes de lo que parece una discoteca enorme, mientras cae confeti, humo, y la gente baila en medio de todo eso, con la música sonando y actuando de enlace entre aquellos cuerpos y toda la parafernalia. Me imagino a mi hermano allí, en medio, con su móvil en ristre, ya sin correr, sin supervisión, saltando, libre, celebrando su cumpleaños. Celebrando la vida misma.
7 respuestas a “El cumpleaños de mi hermano”
♥️ Es lo que Mutti quería que hiciera ♥️
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Y lo que queremos todos!! Que vivas y que vueles tan alto como los alcones!
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Muchas felicidades a tu hermano, Ana. Como bien has dicho, hay que celebrar la vida. Un abrazo 🤗
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Muchísimas gracias Sunshine!! Otro abrazo para ti!! 🫂❤️❤️❤️
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❤️❤️❤️🫂
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Qué bonito leerte, Ana.
Me alegra de corazón saber que tu hermano ganó esa batalla tan dura; no me cabe duda de que estará feliz, allí en Costa Rica, habiendo celebrado su cumpleaños como se merece y, sobre todo, celebrando la vida. Al leerte me he ido con él, me lo he imaginado en medio de la música, el confeti y el baile, móvil en mano, libre, exprimiendo cada minuto como solo saben hacerlo quienes han mirado de frente a la muerte y han decidido vivir aún más fuerte.
Es inevitable sonreír pensando en todo el camino recorrido, en la familia sosteniendo, cuidando, vigilando de reojo, como buenas hermanas mayores y en esa victoria que deja cicatrices, sí, pero también una alegría inmensa.
Ojalá ese cumpleaños esté lleno de luz, risas y brindis por todo lo vivido y por todo lo que queda por vivir. 💛
Un besito y feliz semana. 🥰💝🌹
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Muchísimas gracias Yvonne! Si que fue una batalla dura y si, estuvo arropado por todos hasta que salió de ahí! Por eso él lo celebra todo! Porque es un superviviente! Un gran y enorme superviviente! Un abrazo enorme y muchas felicidades para estas fiestas que ya tenemos encima!! 🫂❤️❤️❤️
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