¿Qué te gustaría hacer cuando te jubiles?
Hace mucho tiempo, leí un libro escrito por una granjera alemana que se llamaba «leche de otoño». Trataba sobre la historia de esta buena mujer, que se queda huérfana de madre, con un montón de hermanos, y a la que ponen al frente de la casa. La pobre trabajaba de sol a sol y, cuando algo no le salía bien, se ponía su familia en fila y uno tras otro la iban abofeteando. Para que aprendiera. Tócate los pies!! Recuerdo que su principal anhelo, su deseo más ferviente, era tener tiempo para dormir lo que quisiera, lo que le pidiera el cuerpo.
Pues a mi me pasa igual. Tener dos hijos autistas ha sido como pasar por las pruebas de un programa que veía de joven en la televisión.»Humor amarillo» se llamaba, y aquello era una yinkana brutal, donde acababas hecho una mierda. Pues mi vida es igual solo que yo no caigo eliminada, yo me levanto, me sacudo un poco la ropa, miro izquierda y derecha, y continúo corriendo, no porque sea una súper nada, sino porque no me queda más narices.
Me han despertado, una y otro, a distintas edades, a distintas etapas de mi vida a las 3 de la mañana, por ejemplo, ellos como si se hubieran tomado un café y yo pidiendo la extrema unción. Con mi hija actué de una manera menos inteligente que con el niño. Con ella me levantaba, me tomaba un café, y buscaba una manera de entretener a alguien que era incapaz de hacerlo con absolutamente nada, y así hasta que amanecía y la llevaba a la guardería. Con mi hijo, la madurez, el conocimiento, me ha hecho ser más comedida. Cuando me dice que no tiene sueño, repaso qué le puede pasar, qué puede preocuparle, y, a partir de ahí, trato de calmarlo diciendo que todo va a salir bien. Hablándole muy bajito. A veces incluso, vuelve a dormirse, dejándome a mi contemplándolo, con los ojos como dos platos, esperando que la menopausia me de una tregua y me permita dormir a mi también.
Mis hijos piensan que soy una especie de bruja porque adivino incluso lo que están pensando o van a decir. A veces los miro y les digo: «ni se te ocurra!» Y ellos me miran azorados porque estaban planeando una travesura, pero nada tiene que ver con la brujería, tiene que ver en que tú te conectas en la misma longitud de ondas que ellos, en su mismo estado de ánimo con el único objetivo de no despistarte con sus necesidades. Hay que tener en cuenta que, una persona autista verbal, a la que tú le preguntas y te responde, tiene una desconexión entre lo que crees que ha entendido, y el mensaje que ha recibido en realidad. Y, si quieres que todo vaya bien, debes hacer como los ladrones de cajas fuertes, esos que se ven en las pelis, acercarte mucho a él o ella, y girar muy lentamente la perilla de la sensación de las emociones para conseguir abrir la caja donde se guarda un gran tesoro. Porque, siendo difícil llegar hasta ahí, si consigues abrir y mirar en el interior de una persona autista, entonces lo habrás conseguido todo. Porque ellos pueden quererte muchísimo pero pueden decidir no confiar en ti. No contarte nada íntimo. Nada que puedas contar a otro ser humano. Si quiebras su confianza, lo habrás jodido absolutamente todo. La confianza para ellos es algo no regalable. No se la dan a todo el mundo.
Yo me considero el lóbulo prefrontal de mi marido y de mi hija. Con mi hijo aún estoy girando la perilla para que me permita ver qué esconde dentro de sí. Sé que me esperan cosas maravillosas, pero debo tener paciencia, la misma que la granjera alemana. Años y años de esfuerzo para conseguir dormir a piernas suelta. Lo que haré en cuanto la maternidad me lo permita!