Di 30 cosas que te hagan feliz.
Que mis hijos, al despertarse, se acurruquen en mi cuello y me digan que me quieren.
Haber formado pareja con mi marido. Yo buscaba el centro de gravedad permanente que diría Battiato, y lo encontré a él.
La salud y la felicidad de mis hermanos. Han visto la otra cara de la moneda y han estado a punto de escoger el palito corto.
Trabajar en lo que me gusta, con gente, además, que me cae bien.
Las reuniones los miércoles por la mañana con mis amigas, antes de entrar al trabajo.
Escribir. Esto también me hace muy feliz y me da mucha paz.
Estar en esta terraza en la que escribo, con esta vida que aparenta tranquila mientras fuera todo va a un ritmo distinto.
Ver el mar, y, si es posible, sumergirme en él. Como ayer.
Abrir los ojos debajo del agua y ver el fondo marino, con los peces mirándome desde él con recelo porque el hombre, cuando se adentra en su habitat, no suele ser respetuoso.
Ver una pareja de aves que viven en un árbol de mi jardín y que a veces veo tomando de la flor del aloe vera.
Me hace feliz el sol, pero en su justa medida. No como ayer que se alió con el aire caliente y dio como resultado un sábado «dificil.»
Me hace feliz la noche, asomarme a mirar las estrellas.
Me hace feliz reír con la gente que quiero.
Me hace feliz estar tranquila, sin nada que enturbie mi calma, aunque sé que esa sensación dura poco.
Ir a terapia. Hablar con mi terapeuta. Sacar las piezas de un puzzle que, a veces, queda a medio hacer en la hora que dura la sesión.
Me gusta el sonido del viento, ese que mece las ramas de los árboles y que, cuando te sitúas bajo su sombra caes en los brazos de un sueño agradable.
Me hace feliz los mensajes de buenos días de gente a la que quiero pero que la vida ha hecho que no podamos vernos sino de Pascuas a Ramos.
Me hace feliz la sonrisa de mi sobrina. En ella está concentrada toda su inteligencia y su bondad. Quiero que la vida la trate bien. Siempre.
Me gusta la mascota de mi tía. Un terrier que lleva por nombre Jerry. Y me gusta que me haga más caso a mi que a sus dueños. Eso siempre le gratifica con un extra de rascada de lomo.
Leer. Otra cosa que me hace inmensamente feliz. Sumergirme plácidamente en una historia narrada por otra persona.
Me gusta viajar. Pero no de esos viajes que te dejen despanzurrado el bolsillo y el ánimo. Viajes a sitios próximos. A ser posible, a otras islas del Archipiélago.
Me gusta la naturaleza. Vivirla aunque ella y yo seamos incompatibles por culpa de mi alergia. Mirar un paisaje verde hace que le perdone todo.
Me gusta hacer deporte. Me hace feliz. Hace tres años esta frase no sería mía, y nadie que me conociera diría que saldría de mi boca. Pero si.
Me gusta comer, me encanta saborear un plato de comida. El que sea. Me gusta probar de todo. Con moderación eso sí.
Me gusta el olor a café. Eso siempre es preludio de un día que está por escribirse.
Me gusta el orden y la limpieza, todo con moderación también. La cabeza funciona mejor así.
Me hace feliz la buena memoria que tengo. Espero que no me putee la vida con el olvido.
Me gusta la gente mayor, tan llena de recuerdos, de historias, de anécdotas.
Me gustan los niños chicos. Por su ingenuidad. Por creer aún en la magia. Por su inocencia. Porque luego la vida los malea, pero mientras tanto, son un refugio para el exceso de realidad del día a día.
Me gusta cómo soy. La mujer en la que me he convertido y en el esfuerzo realizado para ser quien soy. Tal vez cambiaría algún renglón, pero la historia en conjunto, a pesar de los giros argumentales, ha estado interesante.