ESTA MAÑANA DE SÁBADO

He de reconocer que esta semana que termina me ha pasado por arriba. Dedicarte tú sola a todo lo que tiene que ver con tus hijos es una carga muy dura. Hemos ido por fin al neuropediatra, y, la verdad es que, siendo el hombre una persona que trata a pacientes y padres un poco a contrapelo, me explico, es algo cortante, da consejos no pedidos sobre la crianza…cuando estoy en su consulta siento que me pone a un nivel de «madre que sabe de lo que habla» y, la verdad es que eso se traduce en conversaciones sesudas y en estrategias a corto plazo sobre cómo trabajar los siguientes meses en, como él mismo dijo: «uno de los múltiples problemas que el niño padece». Y luego una se queda en una especie de duelo profundo que intenta ahogar a golpe de sentido común, como si los hijos se sintieran de una manera desapasionada, objetiva, fría…como los informes. Hablar durante una hora casi de dificultades, y hacerlo con un profesional sin desgarrarte la ropa del dolor durante la conversación deja ese sentimiento.

Aún me queda la resaca de la visita. Llevo dos noches desvelándome a la misma hora, las dos y diez de la mañana, que fue la hora justa en la que mi madre despertó por última vez de la sedación. Y eso me pone de un humor cenizo, y, para seguir hundiendo más la daga del dolor, me pongo a ver en Youtube Forensic Files, lo que en España se tradujo como crímenes imperfectos, en inglés, y de paso me lo veo en el idioma original, para desvelarme si, pero sacando partido a la hora que suelo quedar en vela. Me duermo sobre las 3 y pico de la madrugada y me levanta el enano sobre las siete. Yupi!!

Pero esta mañana me he despertado, me he asomado por la ventana y un sol radiante me ha dado en la cara. Me encanta asomarme y no oír nada en una calle que entre semana es muy bulliciosa, consecuencia de tener a unos metros, la Ciudad de la Justicia, un centro de rehabilitación, un supermercado, una pastelería, una oficina de Correos, una ONG que atiende a personas con problemas de salud mental…Hoy solo he visto de refilón a un ciclista de esos que salen a pasear a la fresca antes de que estos tenues rayos de sol se conviertan en fuego abrasador. Así que he decidido que, con la misma calma en la que se mueve todo, voy a empezar a tomar las decisiones que yo creo que ayudarán a que el día a día del niño sea menos duro.

No me gusta sentir pena ni lástima por él. Creo que lo que uno debe hacer es ocuparse. No sabemos cuánto nos queda a cada uno de nosotros, no sabemos cuándo nos saldrá en el dado el número que diga que debemos abandonar la partida. Siempre digo, y es verdad, que uno debe exprimir cada segundo. Todo lo que se haga, todo, dejará una huella. Sobre todo en nuestros hijos. Dejémosle huellas bonitas, provechosas, llenas de respeto y de esfuerzo que no parezcan tal. Hoy no he hablado de autismo. O si. Da igual!


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