SEMANA INTENSA

Esta semana ha sido larga, dura, intensa. He tenido muchas ganas de colgar el mandil de la vida y decir: «Hala! Ahí os quedáis» Ganas muy  intensas. Como estos siete días.

Comencé la semana con el despertar de un lunes con el enano echándose manos a la cabeza y suplicando algo que le calmase el dolor. Irme a trabajar, dejarlo con su hermana, que no hacía más que enviarme mensajes sobre lo terriblemente mal que se sentía el niño, y su padre, adulto supuestamente funcional que deja al cargo de esta que escribe, también, la salud de sus hijos. Supongo que por eso mi hija me envía mensajes a mi y no le pregunta a él que lo tiene en otra habitación. En fin.

Luego vino una llamada grupal de una amiga que trabaja ahora mismo en una sala de la Audiencia Provincial que prepara el tribunal del Jurado. Cuando recibí la videollamada colgué. Pensé que era un error. Pero no. Era todo un señor SOS porque, habiendo el Jurado llegado a un veredicto, al llegar a la sala se encontraron con que la pantalla se había desconectado del sistema. No se podía grabar el veredicto. Su compañera, nueva. Le damos nuestras pobres orientaciones de una cosa que ves o percibes en la pantalla de un móvil y les ofreces tu ayuda presencial. Vivo a dos pasos de mi curro. A dos pasos casi literales. Si. Soy la envidia de prácticamente toda La Ciudad de la Justicia..menos de mis vecinas que también trabajan ahí. El problema se soluciona llamando a otra compañera que le aconseja que haga algo que los informáticos te dicen que no hagas. «Aprieta el botón azul!!» Funciona. Ya puede entrar el Jurado y el Tribunal que son casi las nueve de la noche. Me libro de ir y de dar explicaciones a seguridad.

Luego ha estado el que esta semana he echado mucho de menos a mi madre. Luego he calculado que, más o menos por estas fechas, fui a Barcelona para estar con ella. Y se me han echado los recuerdos encima. La conversación con mi hermano, esperanzado el hombre de que mi madre aguantase alrededor del año, mi realístico cálculo en el que ponía las cosas en unos seis meses, y lo que fue en realidad. Un mes.

Cuando recuerdo esa conversación, siento una pena enorme por él. Su padre había muerto de cáncer hacía unos pocos años. Ahora se llevaba a su madre. Él mismo es un superviviente de esa enfermedad. En fin. Que creo que mi situación personal, con una conversación con mi marido que no llega y que se está convirtiendo en otro cáncer, me ha puesto una nubecilla negra encima de mi cabeza. No he dado una ni en el curro, ni en el gimnasio, ni ayer en zumba…Comienza a afectarme que alguien que es capaz, incluso, de dar mi móvil a Aliexprés, o a sus médicos, que me llaman para cambiar la hora, o a sus compañeros que me escriben para ver si quiere un bocata de una cafetería que hay de camino al curro,  todo porque él dice que no necesita esos aparatejos…como digo, alguien que te utiliza como si fueras su secretaria, o su madre, en el colmo de la falta de respeto, se permite el lujo de negarte la palabra desde hace ya dos meses. Todo bien. Fetén. No he pretendido nunca que bese por donde paso. Pero debería ser así.

Otra piedra ha sido el máster que estoy preparando. Un compañero ha puesto en el chat del grupo una situación que vive como profesional. Trataba de que no sabía cómo decir a una familia que se niega a ver que su hijo es autista que, en realidad, si que si. Todos han opinado sobre cómo poco más o menos, debes ponerte un poco de perfil en un tema como éste.  No sea que los padres se cabreen y no vengan más con el niño o se pillen una depresión o yo qué sé. Y entonces he opinado yo. Y les he recordado quién es el paciente y a quién deben ayudar. Teniendo además en cuenta que el paciente es un menor que no tiene la culpa de nada de lo que sucede, y que, al ponerse de perfil, lo único que se consigue es arruinar un poco o un mucho la  vida de ese niño.  Su futuro. Luego me he arrepentido de opinar. Que les den. A todos. Después he pensado en el niño. Casi he podido verlo. Mirándome. Pidiéndome ayuda. Como hacía mi hija de pequeña. Y he sentido que, con esa opinión que he dado, a lo mejor, le he echado un cable. Y solo por eso, afronto la próxima semana en un estado de ánimo menos cenizo que esta que termina.


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