¿A qué hora te acuestas y te levantas?
Me suelo levantar a unas horas que debería ser delito. Me suelen dar unas palmaditas en el hombro, de entrada, de forma ligera y, luego ya, si mi cabeza no da crédito a que deba despejarse en unas horas en que no hay ni luz en la calle y se resiste a abrir los ojos, pues ya con más energía y fuerza. Yo, pasando como paso actualmente por una premenopausia que está quitando el prefijo de pre-, despierto con ganas de asesinar a alguien pero, cuando ya abro por completo los ojos, cuando me resigno a mi suerte y, después de dejar de bizquear, fijo la mirada en una sonrisa que se anticipa a un niño rubio, que se levanta siempre de buen humor, que me mira con cariño y que me pregunta: «nos levantamos?». No suelo contestar. Lo abrazo fuerte, le doy un beso en su pelo, le pregunto que si ha dormido bien, y luego hago la croqueta girando sobre mí misma para bajar de la cama.
Me dirijo a la cocina, preparo el desayuno y, tomándome el café ya voy haciendo cálculos para hacer aunque sea media hora de siesta en días que se hacen muy largos y en los que se va quemando etapas a golpe de café. Me voy a trabajar, yupiii, y vuelvo a media mañana a tomar, cómo no, un café que me haga soportable el resto de la mañana.
En ese rato, pongo lavadora, hago la cama, doblo algo de ropa, y salgo otra vez corriendo al curro.
Cuando llego es otra historieta. El tema comida lo lleva mi marido pero cada vez menos. Menos mal que mi hija ha cogido gusto por la cocina y, a veces, resuelve alguna cosa. Si no, me toca a mi.
Cuando terminamos me arrastro a la habitación a dormir media hora, cargando las baterías para la ida y la vuelta a la terapia o/y los deberes, porque todo depende del horario del padre, si trabaja, la tarde también es mía..
A veces, ya por no darme de golpes contra ninguna pared, me voy al gimnasio. Mientras levanto pesas hago algo productivo y mato a mis ganas de matar. Pero claro!, salgo a las 9 de la noche! Llego a casa, ducho al enano, que necesita ayuda para lavarse la cabeza, me ducho yo, me salto la cena que está sobrevalorada y que total, para qué si yo quiero dormir o que me rematen, y, a las diez y pico de la noche nos acostamos. Digo nos, porque el niño duerme con su padre y conmigo. Le doy un beso de buenas noches y él me abraza como si pensara que me voy a escapar a algún lado. Apago la luz, me digo, venga a dormir, cierro los ojos, y los vuelvo a abrir porque la menopausia pide su momento de gloria. Me levanto. Ya el abrazo del niño se ha aflojado porque él cae como un tronco gracias a la melatonina. Me tomo lo que me mandó la ginecóloga, que también contiene melatonina, especial para dormir a un grupo de elefantes, y me acuesto. Espero a que el medicamento haga su efecto mientras veo algo en la tablet y luego, ya sí que sí, caigo en los brazos de Morfeo. Y me duermo del tirón. Hasta que me despiertan unas manitas y volvemos a empezar otro día más.
3 respuestas a “Mis horas”
.Yo llevaba sin dormir 6 años a raíz de una operación de cadera. Me costó el sueño y no lograba dormir ni dos horas, hasta hace dos años que mis musas volvieron a mí. ¡Si no hubiera sido por ellas, yo no estaría aquí! Ahora gracias a ellas duermo lo que necesito
Me gustaLe gusta a 2 personas
Qué guay! Tus musas te están llevando a lugares y sitios maravillosos. Me alegro muchísimo! 😊
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Sandruski1. Llevaba 10 años con dolor, una mala racha, hasta que me operaron y me colocaron una prótesis integral de cadera. Pero me fastidiaron el sueño hasta hace dos años, que ellas me ayudaron a dejar fluir mi imaginación. Con ellas he vuelto a descansar perfectamente.
Me gustaLe gusta a 1 persona