La comida

¿Cuánto es lo máximo que te has gastado en una comida? ¿Mereció la pena?

No creo que fuera la más cara de mi vida, pero sí la que más huella me dejó.

Era una comida de trabajo, y en aquel entonces, éramos 21. Pues cuadramos nuestras agendas, organizaba siempre la misma persona, y allá que fuimos.

Organizar algo así, para mucha gente, es muy desagradecido. Que si no me gusta la comida, que qué calor, esto último absolutamente real porque daba el sol en el restaurante y sus paredes estaban hechas  casi todas de cristal grueso, y hacía efecto lupa, que qué caro, etc.

Llevaba yo un jersey por esto de que estábamos en invierno, pero ese día Lorenzo decidió darlo todo y salimos en las fotos con el flequillo pegado a la frente. Me puse a beber un blanco fresquito que entraba muy bien y a comer como si fueran a quitarme el plato en cualquier momento. Y veía a todo el mundo, en otras mesas criticando el restaurante. Pero entonces, al acabar la comida, empezó a sonar música ochentera y de estas que son el último alarido en las emisoras nacionales. Y entonces ni calor ni leches. Nos tiramos a bailar y, mientras lo daba todo junto a la mesa, comencé a notar que el alcohol empezaba a tomar posiciones en mi cerebro. Cogí una buena cogorza impropia de una madre de hijos menores, pero las risas de ese día no me las quita nadie. Una compañera me acercó a la zona por donde vivo, pero tenía que caminar unos quince minutos. Iba haciendo eses.

Llegué a mi casa y les dije a mis hijos que iba a dormir media hora. Lo cumplí. Me levanté y preparé la cena.

Que si valió la pena? Por supuesto!! Después de eso llegó el covid y la enfermedad de mi madre y bla, bla, bla. Durante el tiempo que duró la comida me cargué de energía para lo que vino después. Y, desde entonces, tengo un vínculo con las que fuimos indestructible. Así que, pensándolo bien, esa comida fue hasta barata!


Una respuesta a “La comida”

  1. Este tipo de celebración que dan un paréntesis en la vida, que necesarios son a veces. No recuerdo como ni cuando fue el ultimo mio, pero termina siendo una descarga, un raspado de pequeños malos momentos y restauración del buen humor. Y eso no tiene precio.

    Magnos sueños.

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