Esta semana tuvimos un juicio que se preveía largo y duro hasta los topes. Yo, cuando la compañera de trámite le puso fecha pensé que, igual, ya no estaría trabajando allí de auxilio judicial sino que ya estaría en mi plaza de tramitación que, les recuerdo, aprobé hace ya año y medio. Me equivoqué. No voy a explicar de qué iba pero sí puedo decir que teníamos citados a 12 peritos médicos. 6 por videoconferencia con otra isla, que nos advirtió que más de dos horas conectados iba a suponer un problema, y donde solo nos excedimos en 15 minutos, un perito presencial, y 5 más por webex que viene a ser el zoom de los juzgados. Total, más de cuatro horas peleando con una tecnología que no estuvo por la labor de estar de nuestra parte pero que, con lo que ofreció nos fue suficiente. Con peritos avariciosos que te cobran un dineral por hacerte un informe que los pone, incluso, en contra de otros profesionales y que, claro está, luego no quieren defender en un interrogatorio. En concreto, mientras mi compañera hacía la conexión, yo, vía telefónica les pedía que se conectaran, y todos lo hicieron menos una que me cortaba el teléfono. Eso ya desde el viernes, que la telefoneé para preguntarle si le habían llegado los datos de conexión. Missing. La llama la parte que la propuso y, claro está, a ella sí. No imaginaba la perito esa llamada desde la misma sala autorizada por el juez. La oigo decir que no ha recibido ninguna del juzgado. Le digo a la abogada que la señora, evidentemente, miente. Me mira con ojos de, «no puedo creer tanta poca vergüenza». Le dice que se conecte y ella lo hace de muy mala gana. Luego hacemos un receso. Más de tres horas sin ir al baño un señor que ha superado dos tumores linfáticos, que toma una medicación que lo hace susceptible de ir al baño a cada ratito y una señora en menopausia que, sin medicación adolece del mismo problema, salieron pitando cuestión de 10 minutos. Mi compi trae cafés y donuts, yujuuuu! Mientras comemos como dos animales hambrientos, intentamos arreglar el problema de la webex. Soy una malhablada y un: «tú quieres hundirme en la miseria» y un «me suda la p….» después descubro que, a pesar de haber parado la grabación, el programa ha continuado y nos ha grabado en el fragor de la batalla con el ordenador. Se lo explico al juez y trata de no morir de la risa porque el caso no lo permite. Me dice que continuamos. Claro que continuamos! Lo hacemos incluso sin conseguir grabar la imagen de los médicos. Solo sus voces. Nos da igual porque es que se les ve en el portátil pero no conseguimos proyectar su imagen a la pantalla de la sala. Webex 1 auxilios 0. Cuando llega el turno de las médicos forenses, y mientras explican porqué una madre joven con dos hijos acabó en una mesa de autopsias, cuando te dicen que todo fue una cadena de mala suerte,  sentí que la muchacha se hacía presente en ese instante. Noté un abrazo agradecido, pude captar que la sala quedaba congelada, como el cuadro de «Las Meninas» de Velázquez. Yo de pie, controlando el maldito ordenador, mi compañera sentada, empatizando con el dolor de aquella joven madre, mi juez tomando notas, serio, concentrado en las declaraciones, las partes hablándose de manera educada, sin querer polemizar, sin querer hacer más daño que el sufrido por aquella pobre familia, que suficiente tenían con un periplo judicial al que ya va faltando menos. Y, entre todos nosotros, ella. La protagonista. Agradeciendo el esfuerzo realizado, el tesón de sacar una vista que, en puridad debería haberse dividido en tres días, el respeto demostrado por todos los que pasaron por allí.

Cuando mi juez declaró la prueba conclusa, la sala se iluminó aún más si cabe y, los problemas técnicos desaparecieron en el siguiente juicio. Si. Tuvimos otro más después de ese tan terrible. Pero no salimos a las tantas, no. Porque aquella muchacha, que había perdido la vida, había decidido recompensarnos haciendo que todo fuera como la seda después. Entonces yo le agradecí a ella y, tras cerrar los ojos un instante para sentirla mejor, al abrirlos la vi salir de la sala. Nos sonreía y agitaba la mano despidiéndose. Yo le sonreí también. «Buen viaje mi cielo!» Le dije. Y entonces se fue a descansar. Porque todo ya estaba dicho. Porque todo estaba hecho.

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2 respuestas a “Un instante”

  1. Ana… hoy me has hecho llorar otra vez.
    Esa historia que has compartido, esa chica tan joven… siento como si en ella se reflejaran muchas más. No sé qué la llevó a marcharse tan pronto, pero cada vez que aparece ante mí algo que tenga que ver con juzgados, madres y criaturas pequeñas, se me rompe algo por dentro.
    Tú ya conoces parte de lo nuestro, lo que te he dejado en pinceladas en algunas ocasiones. Llevamos años así… años viendo cómo nadie consigue frenar el dolor de dos niños que solo tendrían que estar pensando en crecer, en reír, en vivir en paz. Dos pequeños que con 10 y 12 años siguen soportando el daño de un padre que no los quiere, que solo los usa para castigar a su madre.
    Y aun así, ahí están quienes intentan sostenerlos, además su madre, nosotros… servicios sociales, el colegio, el programa MIRA, VIOGEN… todos luchando para que esto termine de una vez.
    Pero él se planta un uniforme, entra en un juzgado y actúa, a pesar de que ni siquiera les da el sustento que el juzgado marcó. Y no sé cómo ni a quién convence, pero el resultado es que a pasear de que mi hija tiene la custodia, cada quince días mis nietos van hacia esa casa sin más remedio, como si caminaran hacia el matadero como dos corderillos.
    Vuelven insultados, con la amenaza siempre cerca, con gritos por cualquier detalle, mal alimentados, en fin… Y el lunes aparecen en el colegio con esas ojeras que cuentan lo que a veces nadie quiere escuchar.
    Sé que tú ves historias como estas a diario, y quizá te cansen más de lo que admites. Pero cuando te toca tan cerca… cuando es sangre tuya… se viven las cosas de otra forma.
    Aun así, sé que entiendes más de lo que digo. Y por eso me sale pedirte perdón por cargar en ti este peso, aunque también sé que eres de las pocas personas capaces de comprenderlo.
    Perdona también por centrarme con un comentario más enfocado en mí, que en lo que nos dejas.
    Perdón de verdad!!
    Un beso 😘 🌷

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    • La justicia siempre es injusta para quien tiene que soportar a gente como la que describes. Psicópatas que, con el miedo, hacen que sus víctimas se hagan cada vez más pequeñas a sus ojos. Sé de lo que hablo porque alguien de mi familia murió asesinada a mano de unos de estos monstruos. No me importa que comentes desde tu vivencia, yo hago lo mismo con el blog. Me desahogo con él. Sin embargo procuro ser profesional. Ayudar a que, víctimas y verdugos cojan el rumbo que merecen. Unas las del alivio, otras las de detrás de unas rejas. Te mando un abrazo enorme! 🫂❤️

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