Dinosaurios

Si pudieras revivir a un dinosaurio, ¿cuál sería?

La respuesta corta es a ninguno.  Todos los seres vivos que habitan o habitaron en nuestro planeta, tenemos un tiempo finito. Estos tiempos de ahora no le iría bien a ninguno de ellos, y menos a los herbívoros. Ahora que es tendencia el irse cargando el planeta en pro de la avaricia y del quiero vivirlo y verlo todo antes de morir, cueste lo que cueste y contamine lo que tenga que contaminar. No importa. Lo importante es mi ego, esos pobres animales rezarían por otro meteorito.

Si tuviera en mis manos hacer un dinosaurio, crearía uno de juguete en el que mi hijo pudiera subirse y controlar para ir de una punta a otra de la playa. Que tenga un tobogán y que se mueva a pedales. Yo creo que sería el regalo de su vida.

Ayer demostró que ya sabe nadar. No de manera fluida, no hablamos de una cría de  foca, pero ya se defiende lo que da un plus de tranquilidad a nuestras salidas a la playa. En la playa a la que vamos, hay un tramo de escalera que te lleva al agua, como en una piscina. La chavalada suele ponerse ahí para tirarse al agua y, ayer, le tocó a mi hijo. Lo vi correr como si lo persiguiera un velocirraptor, bajar las escaleras dando saltos y saltar al agua sin darme tiempo a frotarme los ojos por la incredulidad. Luego, como si lo hiciera cada lunes y cada martes, continuó nadando hasta unas boyas donde le esperaban su padre y su hermana. Si me hubieran dicho hace tres días si se atrevería diría que no, que no lo haría,  pero ha encontrado la manera de saltar sin mojarse la cabeza. No le gusta el contacto del agua en la cara. Por eso mismo no se ducha solo.

Ayer encontró la técnica de los perritos al saltar al agua, cabeza levantada, manos y brazos levantados y pum, salto conseguido.

Hoy no vamos a la playa ni lo haremos mañana. Hoy tengo un asadero en casa, que se hace desde que mi madre vivía, para celebrar mi cumpleaños y ver a sus hermanas a las que hace mil años que no veo. Y mañana nos vamos. Lo haremos poco antes de comer y pararemos en algún sitio a ello llegando a la capital porque, esa es otra, el crío marea y vomita en el coche, creo que por los nervios de ver a su padre coger una velocidad en la que él no se siente seguro. Yo, a mi marido, de broma, le digo que es  la  estela azul de la carretera. Azul es siempre el color de sus coches. Ha tenido dos. El primero aún sigue rodando por ahí creo. Se lo regaló a su prima que, al tercer día de tener el coche en sus manos, aparcó delante de un vado, que resultó ser de los padres de uno de sus amigos. Éste lo llamó porque reconoció el vehículo y le advirtió que no volviera a dejar el coche ahí que llamarían a una grúa. Pues bien, al día siguiente, y habiéndosele advertido, volvió a repetir la acción. Cuando volvió de visitar a su madre en el hospital ya no estaba el Forfi. Forfi estaba en el potrero. Y allá que la acompañó estela azul para deshacer el entuerto.

Han sido unas vacaciones muy tranquilas y bonitas. Con mi madre siempre presente en lo que hago pero recordándola con un dolor ya mitigado. Me incorporo al trabajo el jueves, pero tengo tres días de trámites infinitos. He cambiado de compañía telefónica porque quiero poner alarma y cámaras en esta vivienda. Así que estaré tres días corriendo y atendiendo a los instaladores. En fin, todo sea por mejorar la vivienda y por vivir un poco más tranquila. Que a fin de cuentas es lo que busco. Tranquilidad. Y no crear dinosaurios tocando la moral de la naturaleza. A ella dejémosla tranquila también.


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