Mis objetivos

¿Cómo planificas tus objetivos?

No soy persona de plantearme objetivos a largo plazo pero hay dos que son una especie de objetivo anual. El primero es realizar un curso relacionado con el autismo. Por estar actualizada. Por entender. Me dijo mi tutora en el máster que no terminé que qué hacía una chica como yo en un sitio como este, como la canción de Burning. Me sorprendió que me lo preguntara. Si vives con tres personas que se consideran extraterrestres en su propio planeta no harías por hacerles de cicerone? No te movería el amor que sientes por ellos? No querrías que tu convivencia fuera armónica? No sé. Creo que no se me entendió hasta tal punto que, al enviarles un correo diciendo que tenía que dejar el curso porque preparaba promoción interna no recibí por respuesta ni un, tomamos nota. En fin!

Este año tengo uno que empieza en octubre y dura tres meses. No pretendo acabarlo con nota, pero sí empaparme de todo lo que tienen por ofrecerme. Como siempre, una pasta. Pero siempre invierto parte de mi paga en ellos. Porque no es un gasto superfluo.

El otro objetivo a largo plazo es laboral. Pero de esos que no te quitan el sueño. Promocionar está bien pero hacerlo para estar mal no es mi objetivo. Yo quiero tranquilidad y la quiero incluso a costa de sacrificar el sueldo. Ayer le explicaba a un compañero que, cuando salgo de los Juzgados, poniendo el aparatito que abre el torno por donde salimos, me olvido de que soy funcionaria y de lo que dejo atrás. Y recuerdo qué cuando vuelvo a entrar. No me llevo el curro a casa. Y quiero que todo siga así.

Ayer le dije a mi hermana que iba a empezar a escribir en serio. Tengo una tía, hermana de mi madre, que me hizo prometer hace años que escribiría una historia. Yo la miré de reojo y, como ella es un sol de persona a la que la salud mental le dio en toda la línea de flotación, decidí decirle que si. Que se lo prometía. Estamos hablando de cuando nos enviábamos cartas escritas a mano y no correos electrónicos o mensajes de texto. Me dijo que escribía muy bien y que tenía buena memoria dos cosas que entendió que serían un filón para contar la historia que me planteó.  En esos tiempos yo solo tenía una hija que ocupaba todas las horas de mis días. Una hija que me quitaba la energía y que me hacía sentir profundamente triste. Como si me hubiera tocado un pito en una mala tómbola.

Ahora sé que no. Mi hija no ha sido nunca algo triste. Yo me sentía triste porque no había tenido la hija que creía merecer y sí que sí. Mi hija es lo mejor con mucho que me ha dado la vida con permiso de su hermano que es otro puntal.

Lo que un día fue un sí sí por dejar a mi tía  tranquila se ha convertido en un objetivo a corto plazo. Mi hermana, que es mi fan número uno, me ha dado la bendición urbi et orbi sobre lo de escribir en serio. Ella es la que me animó a escribir por aquí, en modo desahogo. Dice que puedo hacerlo y yo confío en la gente que me quiere. Así que allá que voy. Con muchos miedos e inseguridades. Pero dispuesta.


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