¿Qué te motiva?
Hoy he visto un video de Ángel Martín en el que explica que, cuando era más joven, compraba una revista de informática. En las últimas dos páginas venía un código que uno debía meter en el ordenador si quería jugar el videojuego de marras. Claro! Podías pegarte una hora tecleando, darle a enter y que no pasara nada de nada porque te habías equivocado sabe Dios en qué parte. Lo dejabas, y volvías más tarde a reintentarlo. Es curioso. Eso hago yo. Me propongo alguna cosa compleja, sudo tinta china, me equivoco, me enfado y lo dejo. Y cuando se me ha pasado el enfado, vuelvo otra vez.
Así hice, o hicimos, porque sin ayuda de mi marido la cosa no hubiera salido redonda, con mi hija. Ahora estamos con el niño. Nos ha costado una vida que aprenda a nadar. Cuando iba a la playa, corría hacia la orilla, giraba y gritaba «no quiero, no quiero, no quiero». He de decir que, por aquel entonces, era muy fan de Bob Esponja, y hay un capítulo en el que uno de los personajes grita «apágalo, apágalo!» Creo que su mente ardía como los zapatos del dibujo y por eso gritaba y giraba en círculos de la misma manera. Luego dejó de gritar pero iba con el cubo a coger agua. Nada de mojarse. Con los manguitos en la orilla. Por si acaso. Luego, un día, le dije que había perdido los manguitos cuando llegamos a la playa. Se metió hasta las rodillas. Seguimos yendo sin los flotadores y, un día, lo vi que se había metido hasta el cuello. Para un crío al que había que meterlo a rastras y gritando para mojarle, a lo mejor los pies, era todo un logro.
Ahora ya sabe nadar. A lo perrito. Pero es capaz de flotar sin miedo. Yo sigo mirándolo desde la orilla como la serie «los vigilantes de la playa» pero sin piernas largas, ni melena, ni salvavidas.
El otro día su padre le dijo que si se tiraba desde unas escaleras que hay en la parte izquierda de la playa. Él le dijo que tal vez. Luego, a medio camino se dio la vuelta y corrió hacia donde yo estaba. «La escalera tiene mucha gente» me dijo. Miré y habían cuatro gatos. Le contesté que pidiera permiso para saltar que iba a ser un momentito. Entonces salió corriendo, bajó las escaleras y, cuando pensaba que se pararía quieto para pensárselo, dio un salto y plaf! Cayó al agua. Lo celebramos como se celebran todos los grandes logros. Con una comida en su sitio preferido.
Ahora esperamos al próximo reto. El viaje de fin de curso. Poco a poco. Un paso siempre detrás del otro. Con paciencia! Como el código de dos páginas del videojuego.
2 respuestas a “Mi motivación”
Me encantan tus historias. Gracias por compartirlas. Hoy paro ya pero seguiré leyéndote a menudo, como te dije en el comentario del post de hoy. Buen sábado y finde!
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Muchísimas gracias! Me alegra mucho que, a demás de contarlas, gusten! Buen finde para ti también!
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