Los sacrificios

¿Qué sacrificios has hecho en tu vida?

Bueno, podría empezar escribiendo que todo el que transita por una maternidad o paternidad, quien tiene mascota, quien tiene padres ancianos, hermanos a su cargo…hacemos sacrificios en nuestras vidas. No es exclusivo de ser una madre atípica. Cuando mi hija nació, éramos una familia que pasaba perfecto con un solo sueldo y, sí, podía darme hasta un capricho. Pero la niña comenzó desde muy bebé a tener comportamientos «extraños», sobre todo para mí que estaba curtida en eso de cuidar niños pero ajenos, y comenzaron las terapias.

Total, que pasamos de la noche a la mañana de tener ahorros, a los números rojos. Literalmente. Recuerdo el día que no pude pagar un regalo que había comprado por Navidad y mi angustia al salir de la tienda. No podía creer que hubiéramos llegado a ese punto tan pronto. La suerte fue que, al poco de empezar con esta situación, me llamaron para trabajar de interina.

Con el paso de los años, como veía que todo el que atendía a la niña no era claro o no me lo explicaba todo, comencé a ir a congresos, cursos, charlas, todo para hacerme una idea de cómo era Avatar. Tan bien me fue estudiando, que ahora hablo con los especialistas de tú a tú. Tan es así, que, cuando alguien tiene una duda o una angustia, me llama para que eche un vistazo y diga mi opinión. Siempre desde el respeto al profesional, y siempre desde la posición de dejar claro que no soy el oráculo de la verdad. No lo sé todo. No tengo título.

Luego llegó el hermano, y si, durante los años en los que estuve con una niña solo fueron de sacrificios, no he salido, por poner un ejemplo a ninguna comida con amigas que se extendiera hasta tarde, o no iba de viaje, o, si me tocaba hacer vistas en otra isla me iba y volvía en el mismo día para seguir con la rutina diaria de la peque, cuando llegó el hermano hubo que ajustarse. El diagnóstico suyo llegó bastante más rápido que el de la hermana, así que hubo que encajar sus terapias y las de su hermana en nuestros bolsillos. No nos íbamos de viaje a ningún sitio, no había forma de comprar ropa nueva si no era estrictamente necesario, no han habido comidas fuera de casa, pero sí ha habido, a cambio, mucho amor devuelto. Los chicos saben perfectamente que, ser de Avatar, es caro. Un artículo de lujo. Desembolsas un montón de tiempo y de dinero en entender para atender. Mientras, tú ves pasar los días en un limbo en el que no notas  todo a lo que renuncias. De hecho, creo que mi última película en el cine, por poner otro ejemplo,  fue Top Gun, y antes de ella Avatar, que es la que ha dado nombre a mi blog. Cuando vi la película sentí que a mi me pasaba lo mismo que al protagonista, solo que, en mi caso, llegaba al otro planeta cruzando el umbral de la puerta.

Ayer fui a una comida de trabajo. Era de estas reuniones que se hacen para conocernos un poco todos los que pertenecemos a un mismo cuerpo. Fue divertida. Bebí vino blanco durante la comida y luego, en la sobremesa, una caña. Una compañera me instó a que me desmelenara. Mira, no. No me apetecía llegar a cuatro patas a casa para que luego mi hijo me despierte a las 6 de la mañana que es, efectivamente, lo que ha sucedido. Llegué tarde, eso si, por primera vez desde que tengo hijos, pero entera. Así que yo no me desmeleno, ni falta que me hace. La recompensa la tengo siempre al abrir los ojos, ver la sonrisa eterna de mi hijo y su pregunta diaria: «Nos levantamos?» «Claro que sí cariño, claro que sí». Y así es como empieza un fin de semana aquí, en este otro planeta lleno de cosas hermosas. A golpe de sonrisas.


8 respuestas a “Los sacrificios”

  1. Querida Ana.
    Pensaba que en Avatar solo vivíais por el niño… pero ahora entiendo, o creo empezar a entender, que también lo hacéis por la niña. Y por mucho más.
    No puedo decir que comprendo tu dolor, porque después de una vida larga como la mía he aprendido que cada corazón carga su propia forma de sufrir, única, irrepetible, indecible. Pero sí puedo decirte que al leerte siento un nudo en el pecho, una punzada en el alma… un reflejo del enorme amor que atraviesa cada renuncia, cada noche sin descanso, cada «no puedo» dicho bajito frente a un escaparate.
    Tu camino está sembrado de sacrificios, sí. Pero también de una fuerza callada y desbordante, de una dignidad que emociona y que enseña. Has aprendido un nuevo idioma para poder hablar el suyo. Te has hecho experta sin buscar títulos, solo por amor. Has convertido la entrega diaria en luz para otros.
    Y todo esto sin pedir aplausos. Sin detenerte a contar lo que dejabas atrás, porque estabas demasiado ocupada abrazando lo que venía por delante. Qué importante es reconocer eso. Qué necesario es que alguien te diga que lo vemos, que lo sentimos, que nos conmueve.
    Gracias por compartirlo. Porque leer tus palabras también es un viaje. Uno de esos que te cruzan al otro planeta… ese donde la sonrisa de tu hijo al amanecer vale más que cualquier noche desmelenada.
    Sabes que siempre te mando mi abrazo, hoy créeme, va cargado de muchísimo cariño hacia ti y los tuyos, te lo digo de todo corazón.
    Toma mi abrazo🤗😘❤️🥰

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    • Qué bonito es despertar y leerte! Muchísimas gracias por palabras tan bonitas referidas a lo que escribo. Mi hogar se llama Avatar porque yo soy la única que viene de él. Eso se supo con el diagnóstico del peque. Te devuelvo ese abrazo que soy capaz de sentir mientras te leo ❤️❤️❤️

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