Las manías

Ahora mismo mi móvil marca que aquí, en la capital, estamos a 27 grados. En una isla donde la temperatura media suele ser de unos 23, estos 27 pesan como una losa. Deben venir con calima porque he intentado recostarme y ha estado mi nariz a punto de salir disparada por culpa de la rinitis y los estornudos.

Mi plan de hoy es limpiar un poco Avatar, que está con 27 grados que se sienten como 1000 si estás en menopausia, por lo menos yo! Pero voy a seguir el plan y limpiar con la fresca, pasar un agua a los pisos y refrescar este horno.

Ayer estuve todo el día de semi quietud aunque poca porque los fines de semana me dedico a poner lavadoras como si estuviera en una obra y, en vez de lavadora, tuviera una hormigonera. Estoy segura que, si viviéramos en un libro de Asimov, este robot me odiaría fuerte e intentaría estrangularme con su cable, harta del uso y del abuso que le doy.

Por la tarde, por esto de hacer la digestión y que ya las temperaturas pasaban alegremente de los 30 grados, me terminé y me empecé dos libros. Audiolibros más bien. Si eres de esas personas que les cuesta sostener la mirada en lo que lees, esta es una buena opción. El primero era uno de Dolores Redondo, «esperando el diluvio» que ya me lo había leído pero que, en su momento no me gustó. Al oírlo se me ha hecho menos bola.

El otro se llama «Monteperdido» de un tal Agustín Martínez (encantada Agustín!)  que por lo visto fue hasta una serie. Me gusta porque, vivir en Avatar, donde el televisor es un adorno más, no me llegan ni noticias, ni opiniones, ni consejos…nada! Así que, me lo he puesto en audiolibro para que, mientras voy haciendo las tareas,  escucho a otro ser humano.

Aquí en Avatar no se habla mucho, de hecho, mi cuñado, mientras me llevaba a casa el día que falleció la prima de mi marido, comenzó el viaje diciendo que se dormía porque nadie en el coche le daba conversación. Eso es algo muy común aquí. También lo es estar en algún sitio de la casa, sola, escuchar ruidos, cesar el sonido, salir de la habitación, y encontrarte con tu hija o tu marido trasteando por la casa sin dar los buenos días y llevarte el susto de tu vida porque, como si fueran gatos, no se oye por donde andan.  El enano sí lo hace, pero él es, como me dijo una amiga, un cascabel que condensa todo el humor del que carecemos los demás. Mi humor es más ácido y me sale ante las desgracias o ante un buen cabreo. Él no. Él disfruta y es feliz, y, cuando no anda saltando en el salón, se está duchando porque su temperatura corporal alcanza niveles tan chungos que evolucionan a migraña y, a su vez, a vómitos. Como ayer.

Así que, en la mitad del libro, me quité los auriculares y le di la atención que se merece al crío. Y así estuve, para acabar la jornada, limpiando vómitos y boca mientras le ponía frío en la cabeza para bajar el dolor.

Luego se despertó por la noche. También pasa mucho en este planeta. Despertarse y madrugar a unas horas insolentes es la pasión familiar. A mí, mientras, me sostienen el café y la mala leche que me da haber caído en un planeta donde la que hace cosas raras soy yo. Todo lo que ellos hacen es normal. Incluido el hablar solos. Si. Es algo que no se dice mucho pero los autistas se hablan a sí mismo muchísimo. A mi hija, hace años, le dije que íbamos a pactar circunscribir el hablar sola únicamente en el baño. Lo hice porque lo hacía en el cole y ya saben lo que supone ser distinto dentro de cualquier colectivo. El horror. Me quiero imaginar la cara de mis vecinos mientras oían sus charlas! El enano, al que yo creía fuera de esto, ha empezado ya. Más tarde que su hermana porque es un chico. Los chicos maduran más tarde que las chicas. Eso es un hecho y para prueba, mi sobrina y él. Ella lo ha adoptado de toda la vida como si él fuera su bebé y resulta que él es tres meses mayor que ella. Tampoco es que mi hija sea en algunos aspectos muy madura! Pero vamos, que ambas dos le comen el bocata a mi retoño!

Los oigo trastear fuera. Van a sacar la basura y le ha pedido a su hermano que vaya con ella. A mi nadie me dice nada. No hace falta. Yo ya sé que aquí las charlas intrascendentes no existen así que, mi cuerpo y yo vamos a hacer un semi giro hacia la derecha, me saldré de donde estoy, y me pondré con el audiolibro. Porque a mí las charlas intrascendentes no me gustan, pero que me cuenten una buena historia si, y este señor, Agustín, me tiene enganchada!

, , , , ,

2 respuestas a “Las manías”

  1. Ay Ana, es que te leo y pienso ¡madre mía, qué paciencia tienes! Yo en tu lugar ya habría declarado Avatar zona catastrófica y estaría esperando a que viniera la UME con mangueras a limpiar los 27 grados, la calima y los vómitos del enano, jejeje jejeje.
    Lo de las lavadoras hormigonera me ha «matao», seguro que si Asimov levantara la cabeza, escribía un cuento contigo de protagonista y con la lavadora conspirando para estrangularte con su cable 😂.
    Y lo de tus hijos hablando solos… ¡bueno! Yo ya me imagino a los vecinos poniéndose nerviosos, pensando que en vuestra casa hay una radio pirata con espías incluidos, emitiendo a todas horas pasando información clasificada.🤦🏼‍♀️😂
    De verdad, admiro esa paciencia infinita que tienes para llevar todo eso con este humor tan tuyo, porque si fuera yo, ya me habrían echado de Avatar por escandalosa.
    Eres un espectáculo, Ana, ¡y da gusto leerte!
    Un besito y feliz domingo.🥰🌷

    Le gusta a 1 persona

    • Gracias chiqui! Ahora he tenido que resolver un problema que ha surgido con mi hija. De esos que salen sin buscarlos. Gracias de nuevo por tu apoyo a lo que escribo y por tu generosidad. Mil millones de abrazos! Ojalá poder sostener tu mano y traerte de la dispersión de la que hablas! 😘❤️🫂

      Le gusta a 1 persona

Replica a POETAS EN LA NOCHE Cancelar la respuesta