Avatar está enfermo

El lunes fue un día complicado. A un juicio largo de más de cuatro horas  tuve que añadir una visita de mis hijos al dentista que llevaba programada hace meses. Como era a media mañana, y como no hay transporte escolar, subir al cole cuatro veces nos pareció un poco demasiado y el enano se quedó en casa. La cosa es que, con el tema del juicio, se me olvidó enviar un correo al cole. Me di cuenta cuando recibí el de ellos preguntando por el crío. Claro! Yo soy la que se encarga de esas cosas! Deberías haber avisado el viernes, me dice mi aún marido. Es que yo no soy prácticamente perfecta. No soy Mary Popins. Así que te tienes que aguantar con que, a mi menopausia le parece bien olvidar cosas, citas y demás gaitas. «Si hay alguna queja hazlo tú», remato.

Como encima y además mi aún marido vino de la acampada en modo «me muero» me dijo que no iba a tocar los fogones no sea que su cuerpo se autodestruyera a consecuencia del esfuerzo, así que fuimos a comer al bar de la esquina. Cuando yo conseguí salir de la sala, me los encontré que ya habían pedido el segundo plato. Total, que miro para mi hija y noto que está acatarrada por enésima vez este año. Le duele la garganta y a mi me gira la cabeza. Cuántas faringitis sumamos? Un porrón! Empieza mi ansiedad a aporrear mi cerebro y me recuerda que la actriz Antonia Sanjuán comenzó su enfermedad así, con una faringitis persistente. Le ruego que vaya al médico y me suplica que no sea tan dramática, que es un catarro contagiado por su padre. Y eso que no le he dicho lo de Antonia!!

Al poco comienza el niño a tirar de la nariz. Entiendo que debe ser alergia porque ya salió de un catarro que lo tuvo en casa tres días lectivos. No me preocupo pero lo vigilo como un camaleón, con un ojo puesto en su hermana y otro en él. De todas maneras eso es el miércoles y el viernes aún sigue con el antihistamínico además de la vacuna que toma vía oral y que se le ha terminado. Voy a la farmacia a por la siguiente con una receta que te pide hasta que le cuentes cuántas veces ha comido el niño el 27 de mayo de 2021. Ese rollo súper fácil y súper accesible que, además debe ir sellada por la aseguradora cuyas citas están a unos quince días vista. Todo por el módico precio de 300 euros. Pago y dejo mi cuenta pelada. Y solo estamos a mitad de mes!!

Como al niño, o a su cuerpo, le afecta casi cualquier cosa, amanecimos el sábado él con migraña y yo con todas mis legañas pegadas a los ojos intentando no caerme hacia adelante porque mi cuerpo no esperaba ese madrugón. Qué guay es ser madre…! Si me dieran a elegir repetir experiencia o caer en un foso de leones hambrientos, ya estaría embadurnando mi cuerpo con alguna sustancia que me hiciera más apetecible!

Por si fuera poco, al acostarse me dice que le vuelve a doler la cabeza y salgo corriendo a por el ibuprofeno. Pienso que debo llevarlo al médico o a un oftalmólogo, para descartar falta de vista. O un tumor, claro! Que se note que soy una ansiosa de libro y que mi mente va a situaciones catastróficas una y otra vez. Se queda dormido, y cerca de la una de la madrugada se queja de sed. Tanta que se pimpla dos vasos de agua fresca y a mi mente le da por elucubrar una mierda detrás de la otra. Cuando consigo darle al stop es la una de la madrugada, para levantarnos luego a las 7. Vuelvo a pensar en las responsabilidades y en lo coñazo que son y me quedo dormida tan rígida que hoy me he despertado con un tirón en el cuello. Debe ser algo tensional Lo digo porque ayer, además, antes de irse a trabajar, mi aún marido se fue con los chicos a comprar. Cuando volvieron, mi hija colocó la compra y encajó de tal manera las tres cajas de pizzas en el congelador que no había manera de abrir aquello. Pego un grito llamando a mi hija. Nada. Ni responde. Cuando hago eso son malas noticias y ella no quiere saberlas. Entiende, además, que es por algo que ha hecho mal y para qué queremos más!  Llamo al padre. Se levanta y, al principio se ríe pero luego ve que, como te descuides, rompes la nevera. Entonces abre la boca y pega un grito. Llama a su hija inútil. Le pego un empujón y le digo que le he pedido ayuda y que no hace falta mentar a nadie ni faltarle el respeto. Vuelve a reírse como si fuera un chiste. Nadie le secunda. Se va. Preparo la comida que, ante el disgusto de mi hija sabe a última cena. Llevo la conversación por sitios que no tengan que ver con lo sucedido. A nadie le importa nada mi conversación insustancial llena de lugares comunes. Me quedo sola comiendo. Saco el vino de la nevera y brindo por mí. Por mi paciencia. Por mi resiliencia. Que no decaiga nunca. Ni la una ni la otra!

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6 respuestas a “Avatar está enfermo”

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