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Mi asignatura
¿Cuál era tu asignatura favorita en el colegio?
Mi asignatura favorita era literatura. Imaginen una niña delgada, feucha, nada llamativa, que tampoco deseaba llamar la atención de la gente, con unos problemas que, ya por esa época le llegaban por las cejas, intentando sobrevivir a cada uno de los días de su vida.
Por aquel entonces, vivía como diría mi admirada Isabel Allende, como en un retrato en sepia. Todo pintaba de ese color en mi vida.
Con la llegada de esa asignatura, aprendí a leer poesía, enamorándome de Machado, de Lorca, de los clásicos…Resulta que, una vez al mes debíamos leernos un libro, que te ponía la profesora como tarea. Me hice socia de la biblioteca municipal, porque no tenía dinero para libros, lo cual era una cosa alucinante trabajando mi padre de tipógrafo en una imprenta, y me entregaba a la labor con una pasión de las de verdad. Como la de una jovenzuela que fuera a reunirse con su amante. Llegaba del cole, me duchaba, merendaba, hacía los deberes en algún sitio lejos de las miradas de mi abuela a la que solo le importaba cuánta luz consumías con el estudio, y, por último, como cuando dejas lo mejor de un plato para el final, sacaba el libro de marras y lo iba disfrutando poco a poco.
Qué me gustaba imaginarme como protagonista! Fui el conejito estresado de Alicia, la hermana sensata de Orgullo y Prejuicio, Peter Pan que era capaz de salir volando por una ventana y desaparecer hacia Nunca jamás…
Cuando todo terminaba, cuando la historia acababa, necesitaba meterme en otra, como una yonki que huye de su realidad. Lo que yo procuraba pasar por aquella adicción sin hacerme daño. Esperando que alguien me gritara bajo mi ventana un «Rampunzel niña hechicera, échame tu cabellera!» Hasta que caí en la cuenta de que no iba a venir nadie en mi ayuda y debía salir de aquel pozo oscuro yo solita. Poniendo una mano delante de la otra. Un pie delante del otro. Con esfuerzo si, pero empujada por todos aquellos libros, por todas aquellas historias. Por mis personajes preferidos.
Si tuviera a mi profesora delante ahora mismo, la abrazaría con fuerza y le daría infinitas gracias por darme un primer amor. Un amor de los de verdad. Mi tabla de salvación!
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De aquí a tres años
¿Cómo crees que será tu vida de aquí a tres años?
De aquí a tres años ni siquiera sé si seguiré por aquí. No me pongo en plan tremendista pero, la vida misma es así. Recuerdo los planes que hacía mi madre. Ella decía que solo había que visualizar lo que deseabas con muchas ansias. Tan es así, que, increíblemente, y ante las ganas locas que tenía de arreglar su casa del sur de la isla, visualizando, visualizando, ganó la lotería dos veces. No se hizo rica, pero consiguió, unos años antes de irse, de dejarla muy bonita. Menos mal que la disfrutó a tope!
Dentro de tres años tendré la edad de mi marido. 57 tacos. Y él, desde que sople sus 60, se jubila. Años de servicio plus edad, dan como resultado que él estará jubilado mientras yo voy a trabajar. Hay algún problema? Pues no. Cero. Siempre he sabido esa realidad. Y él tiene ganas de jubilarse desde hace ya un par de años. Tiene un trabajo que no te permite estar achacoso y él, sin estarlo ya, sabe que no vamos para jóvenes. Ley de vida!
Mi hijo tendrá catorce y, en esas fechas, ya estaremos mirando qué va a ser de su futuro. Querrá seguir estudiando? No? Será ya autónomo? Seguiré siendo su lóbulo prefrontal para la toma de decisiones, o habré sido sustituida por pérdida de confianza? Quien sabe!
Mi hija entrará en los dos patitos. 22 años. Yo, a esa edad pensaba muy seriamente en dejar esta vida y hacerme humo. Espero ser lo suficientemente sostén para que eso no le suceda. Habrá aprobado las oposiciones? Seguirá contando conmigo o pensará que, definitivamente soy una carca? Tendrá pareja? Será autónoma?Tampoco sé.
Lo que sí sé seguro es que me quedan cosas por ver, por perder, por ganar…Seré gestora? Me importa eso realmente? O preferiré seguir acarreando expedientes sin ningún compromiso, sin ninguna presión? No me importa realizar tareas que tienen que ver con mi puesto anterior. Aunque llegará un momento en que me pasará como a una compañera. Que la veía por el pasillo por donde hacemos el reparto y no sabía si reír o llorar. Demasiado mayor para tirar de un carro (literalmente).
No sé qué decisiones tomaré en unos días, cuánto más en tres años. Lo que sí pediría, con permiso de quien se está llevando la suerte que debería tocarme a mi, aunque solo sea por los años, es vivir tranquila lo que me quede. Que el mayor sobresalto que me lleve sea la subida de precio de un corte de pelo. No va a suceder, pero ya me gustaría ya!
Y, por supuesto, quiero salud, necesito salud, para poder seguir acompañando a los que me quieren. Nada más. Bueno! Eso, y algún viajecito más!
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El festivo
Invéntate un día festivo. Explica por qué todo el mundo debería celebrarlo y cómo.
Deberíamos celebrar el día de estar sanos y ser felices. Para ello propongo que, durante todo un día, hubiera una jornada de puertas abiertas al acceso a la salud. A la física y a la mental. Me encantaría que existieran una especie de escaners, de esos que parecen el dintel de una puerta, pasar por él y recoger un papelito después. «Mira, yo que tú pondría más atención en lo que te ocurre y deberías ir al psicólogo» o salir de allí con el nombre de un buen médico especialista en eso que te ocurre y que no sabes de dónde viene. Nada de resultados funestos. Solo consejos. Así nos evitaríamos situaciones como las que ocurren en muchas familias, donde un componente de la misma, peregrina por veinte mil médicos y chorradas hasta dar con lo que tienen.
Mi madre estuvo, pues yo creo que unos dos años, buscando respuesta a un síntoma que nadie sabía de qué era. Le hicieron dos endoscopias o tres, la mandaron a un logopeda para darle rehabilitación vete tú a saber de qué, le dijeron que era la helicobacter. No. Era el páncreas. Todo venía de ahí. Pero ni siquiera casi al final de su periplo médico daban con lo que tenía. Y solo hacía falta un escaner. O una radiografía. O yo qué sé!
Lo que sí sé es que a mi madre, si le hubieran planteado pasar por debajo de una estructura metálica para salir con un papelito que le dijera: «el problema de lo que usted tiene le viene de este sitio concreto, le recomendamos que visite a tal doctor» a ella le hubiera parecido divertido y práctico. Divertido porque a ella todas estas cosas futuristas le hacían gracia, y práctico porque no interrumpía ninguno de los viajes y homenajes que se dio para el cuerpo. Que fueron un montones y que, cuando pienso en lo que disfrutó respiro un tanto aliviada.
Y así debería ser ese día! Una celebración del hecho de seguir vivos, de respirar, de sentir el sol y el aire en tu rostro! Vivir una experiencia médica corta para aprovechar el resto de tu día, de tus días, como te da la gana. Eso sí, sin la obligación de ir al médico de marras si a ti lo que te apetece ante la enfermedad es ponerte de perfil. Que también sea válido vivir, y morir, como desees. Pero sabiendo que tú hiciste esa elección. Que decidiste no poner remedio. Porque no querías hacerlo. Porque vivir sin saber es otra forma de vivir. Y de morir!
Hoy he vuelto a desvelarme, pero si pasara ahora por el escaner, saldría con un papel que diría: «bienvenida a la vida en premenopausia, buen viaje!»
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Mis sitios web
¿Cuáles son tus sitios web favoritos?
Hace unos años, hubiera enumerado aquí páginas y páginas que solía visitar para sacar información sobre el autismo y sobre el tdah. Aún hoy día, visito alguna, como es el caso de autismo diario, porque Daniel Comín, que es quien la lleva, es más intenso que un perfume de Lancôme, pero es un tío que cuenta un montón de verdades sobre los engañifes que existen en este tipo de temas. Estafadores hay por ahí una barbaridad! Gente que te dice que tus hijos deben llevar determinada alimentación y que con ello mejorarán, ojo! eso ocurre solo en casos en que la persona autista tiene alguna intolerancia desconocida alimentaria. Que le pongas determinadas lavativas con determinados productos que ya verás que bien…y, cuando vas a la web de Daniel te dice lo que tienes que oir. A lo mejor no en un tono correcto, ya digo que es más intenso que el carajo, pero sí con evidencia científica. Y eso amigos, es algo indiscutible.
Recuerdo el día que lo conocí. Me fui a una charla suya en a tomar por saco en esta isla solo para escucharlo. Como una fan loca. Pues bien, en uno de los descansos, como buena fan loca, me acerqué a tantear el asunto de mi hija, que por aquél entonces, a algunos profesionales, solo les faltó decirme que la niña era de Marte.Es decir,estaba absolutamente perdida y quería respuestas. Y respuestas ya. No cuando la niña fuera mayor. Total, que le explico lo que hace la cría y bla bla y me suelta: «No sé qué problema hay en decirte desde ya que tu hija es autista». Me quedé con cara de tonta y luego me reí. Era la primera persona que era honesta conmigo y en ese momento se lo agradecí. Y siguió: «Yo creo que la niña va a salir adelante, porque por lo que cuentas solo, tiene un buen pronóstico. Eso sí, procura formarte para poder ayudarla porque así, como vas hoy, eres la víctima perfecta de cantamañanas». Y eso hice. Hasta hoy. He hecho formaciones en su web, en el año 2020 concretamente, que no dan titulación pero sirven para obtener conocimientos. Y eso es lo importante. Por lo menos cuando eres madre o padre. Cuando eres un profesional que necesita inflar su currículum no.
Otra web que visito mucho es esta misma. Quién me lo iba a decir! Mi hermana me dijo muchas veces que me abriera un blog y que escribiera y que ya vería yo que bien…Pero me costaba muchísimo contar nada que fuera mío. Sé lo vulnerable que te vuelves cuando eso sucede. Lo que no sabía era que, con esto de escribir, iba a poner en claro situaciones y malos entendidos que han habido en mi vida a lo largo de 19 años. He ido muy deprisa, he estado muy pendiente de mi hija, y he descuidado a otra gente a la que quiero. A mis hermanos, por ejemplo. Luego llegó el enano, no sé porqué le llamo enano si está tan alto como yo, y entonces todo se difuminó y solo tuve ojos para ambos. He descuidado incluso amistades, y me he visto más sola que la una, con una ansiedad a mil por horas, una depresión de caballo, que me empujaron finalmente a pedir ayuda terapéutica. Ahí llevo desde el 2020. Contando mis cosas a Elena, que así se llama mi psicóloga, encajando piezas, tejiendo, reconstruyendo la persona que fui y a la que había olvidado. Se puede uno mirar al espejo y no reconocerse en absoluto. Y eso me pasó a mi. Hasta ahora, que empiezo a ser la persona que fui.
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REVIVIR
¿Hay alguna edad o año de tu vida que te gustaría volver a vivir?
Si hay un año que me encantaría volver a revivir sería el año 2020. Algunos pensarán, «pero qué dice la loca esta??» «Qué se tomó??»
El año ese fue para mi un año de aprendizaje total. Cuando llegó el confinamiento, me di cuenta de qué y cómo estaba mi hijo. El ver a qué nivel estaban sus conocimientos de algunas asignaturas me llenó de horror, y eso que soy una madre que, quizás está demasiado encima de sus hijos, pero también soy mayor y, como todo ser humano de mediana edad, cometo errores y tengo despistes garrafales.
Lo bueno es que, sin necesidad de trasladarme a ningún sitio, conseguí que lo valoraran, primero online, y, cuando pudimos salir, presencial. Y ahí sí que se detectó lo que yo ya estaba viendo en casa. Que tenía un tdah que lo imposibilitaba para estar medianamente concentrado en ninguna actividad. Menos ver dibujos animados. Saltando eso sí. Con Bob Esponja de fondo. Así estudiaba yo para las oposiciones. Preparando el exámen en la cocina mientras lo veía a él en el salón, saltando y agitando sus manos. Muchas veces lo vi que las movía tan rápidamente que, me acercaba a él riendo y le decía que era como un colibrí, y, como él no sabía qué era eso, se lo enseñé con don Google en el móvil. Le gustó lo que vio y a mi me gustó estar con él y compartir mis días, esos días tan raros en los que solo podías salir a comprar, con mis hijos en casa.
Luego llegó mi cumpleaños. Mi cincuenta cumpleaños. Y, yo, que pensaba vivir el momento de manera épica, me tuve que conformar con hacerlo con mi madre. Solamente. Vamos!! Conformar es solo una manera de hablar! Ese mes que estuve con ella a solas fue el mejor mes de mi vida. Recuerdo aún el día en que me dio migraña y ella me puso un paquete de guisantes en la cabeza. Mientras descansaba de aquella manera ridícula, la oigo subir las escaleras de su casa corriendo, para decirme muy contenta que su marido había decidido no coger el avión para estar juntos. Ella estaba feliz y yo también. Iba a poder vivir unas vacaciones sin interrupciones. Sin tener que compartirla con nadie. Disfrutar de nuestras conversaciones, de nuestras confidencias.
Cuando se acabó el mes y cada una debió volver con su rutina, nos separamos con las pilas cargadas. Esa fuerza que ella me dio en aquél momento me sirvió para luego despedirla en un adiós definitivo al año siguiente. También me ha servido para todo lo que vino después de su marcha.
Me hubiera encantado que estuviera conmigo en estos momentos difíciles que he pasado. Saberme engañada, vulnerada mi seguridad…me ha hecho sentir con ganas de no salir de casa. Pero he pensado qué habría dicho mi madre y, con ello, he tirado para adelante. Con mucho gusto, volvería al momento justo en que nos vimos después de estar confinados y me preguntó que cómo nos saludábamos. Yo le contesté con un abrazo apretado y un beso milenario. Si tuviera que volver a algún día concreto sería ese. Y me quedaría ahí. En ese beso. En ese abrazo.❤
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Lo que se debe saber
Dinos algo que creas que todo el mundo debería saber.
Se debe saber que, la vida, esa que creemos larga y fructífera, puede no serlo tanto. Que no debemos amargarnos por cosas que no tienen remedio. Que, hay gente a la que consideras amiga capaz de venderte por treinta monedas de plata y, gente que, sin tú pretenderlo, se convierten en una forma de salvavidas que no puedes creer si quiera, que eso pueda ser cierto. Cuya generosidad se ofrece acompañada por la frase: «porque sí!» Alucino mucho cuando, alguien que te conoce de anteayer, te ofrece una cama, un plato, su tiempo…
Se debe saber que puedes pasar sin un montón de cosas que consideras imprescindibles, mientras vas posponiendo algo tan fundamental como tu salud.
Hoy nos ha dicho nuestro jefe que, la tan temida palabra cáncer ha vuelto a su vida y, mientras lo miraba, conseguía visualizar todo aquello que él daría por recobrar su salud y morir de viejito. De la mano de sus hijas. Puede que eso suceda! No hay porqué ponerse en lo peor! Pero eso sí, no nos creamos la última coca-cola del desierto. La salud es lo que mueve todo en la vida. Tanto es así, que, si ella falla, viviremos algo que es muy democrático. Morir. Lo único que toca a todos por igual. Seamos felices! El ratito que vamos a estar aquí, lo merece!
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Un niño
¿Qué significa ser un niño de espíritu?
Ser un niño de espíritu es mirar al mundo con ojos limpios y claros. Con ojos curiosos. Reír ante cualquier situación por poco graciosa que esta sea. Para eso los críos tienen la virtud de sacar lo mejor de lo peor. Y hacerlo con ganas.
Tener un espíritu de niño es tirarte en el suelo con él, a jugar a lo que le apetezca, disfrutando de ese rato sin pensar en nada más. Ni siquiera comer.
Es revivir tu infancia cada día. No añorarla. Sentirla aún en tu piel.
Es creer aún en la magia, en duendes y hadas, en la humanidad misma. No pensar que el que tienes en frente no es más que un sinvergüenza sino darle el beneficio de la duda. O mejor, un voto de confianza que es algo que, con el paso de los años se convierte en cinismo y suspicacias por las huellas que la vida ha ido dejando en nuestro ADN.
Cuánto me gustaría volver a ser niña! Aquella que, con sus coletas y sus botas ortopédicas era capaz de saltar el tramo de diez peldaños de escalera, hasta la puerta de la casa de su abuela, casi sin sujetarme y sin romperme la cabeza. La que esperaba con ilusión la noche de Reyes o al Ratoncito Pérez. La misma que se emocionaba cuando era su cumpleaños, la que, durante un minúsculo intervalo de tiempo pensó que la vida era sólo eso. Vivir y disfrutar.
Ahora deberíamos todos hacer lo mismo. Vivir y disfrutar. Antes de que la vida nos saque tarjeta roja y pasemos por el túnel de vestuarios lamentando no haber aprovechado más. O jugado más!
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El genio
Si un genio te concediera tres deseos, ¿qué pedirías?
Hace un montón de años, cuando por el mundo andaban cuatro gatos, había un chaval que vivía en una casa, con toda su familia, pasando más hambre que los perros de la calle.
Tenían tres habitaciones y una cocina minúscula. En una habitación, dormían sus padres, en la otra, sus tres hermanas, y en la última, él con sus dos hermanos. La casa sólo tenía una ventana y, cuando su madre preparaba la comida, la vivienda se llenaba de humo, y, las narices de todos, terminaban con la punta llena de hollín. Eran felices, porque al que nada tiene, solo le queda hacer feliz a quienes ama.
Un día, para engañar a su cabeza, y a su cuerpo de que tenía mucha hambre, salió a dar un paseo por los alrededores. Iba cabizbajo, triste. Mirando al suelo, se encontró con algo brillante a lo que dio una patada. Sin pensar. Luego, descubrió que el objeto podría ser valioso y se puso a frotarlo para ver si era de oro.
Para su enorme sorpresa, salió de allí un genio que le dio las gracias por haberlo liberado. Que estaba harto de vivir encogido en aquella lata, de no poder ver a otro ser vivo, de vivir, además, en la oscuridad. Le dijo que le iba a conceder tres deseos y que pensara muy bien cómo emplearlos.
El muchacho decidió que, para su familia se había acabado eso de pasar hambre y que ya no les faltaría dinero para gastarlo.
Luego pensó en sus vecinos, igual de pobres como ratas, y decidió que, porqué no, la suerte se extendiera a ellos.
El genio le dijo que solo le quedaba un deseo. Que lo meditara antes de decirlo. Abrió el joven un momento la boca para pedir el amor de una muchacha a la que hacía tiempo que amaba cuando se fijó en la mirada del genio. «Vaya!» Pensó. «No conozco a este genio de nada, y ya me importa el hecho de que él sea tan feliz como ha hecho a mi familia». Entonces le dijo al genio que deseaba que no volviera a aquel objeto dorado. Que él sabía de vivir en un sitio oscuro y minúsculo y que no quería vivir sabiendo que, su felicidad iba a depender de la infelicidad de otro.
El genio sonrió al joven y le deseó toda la felicidad que merecía con las riquezas concedidas. Se giraba para marcharse cuando el joven lo paró. «A dónde irás ahora que eres libre?» Se quedó un rato pensando y contestó: «A ver mundo, a dormir viendo las estrellas, a conocer gente…» » Vale!» le dijo el chico, «pero qué te parece si vienes a mi casa sólo por esta noche? Así me explicas cómo acabaste ahi».
El genio asintió con la cabeza y, juntos se fueron hablando de mil cosas. No durmieron esa noche y, al día siguiente, salieron los dos de la casa del joven a vivir aventuras…y esa, amigos, ya es otra historia!
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LA NIÑA
Describe a un miembro de la familia.
Es una niña que ya está entrando con fuerza en la adolescencia, y digo con fuerza, porque, teniendo la misma edad que mi enano no tienen el uno y la otra nada que ver. El es un niño inmaduro que aún no sabe qué quiere, que desea su cuerpo serrano. Para él peinarse consiste en darse para un lado con el cepillo al flequillo y se acabó. Mi sobrina es una chavala ya con criterio, con su poquito de gusto para vestirse y peinarse. Independiente en un montón de historia. Nada que ver con mi hijo. Bueno, si! El amor que se profesan. No solo está encantada siempre de coincidir con el primo, sino con mi hija que, mentalmente, para algunas cosas no quiere dejar su infancia. En algunas cosas ha quedado anclada a ese tiempo fruto de no haberla exprimido como se debe. También es verdad, que la suya fue una infancia triste, sin juegos, intentando superar las dificultades que lo que la rodeaban le ponía y eso, amigos, es la excusa perfecta para actualmente jugar con peluches con su hermano. Me enrollo. Vuelvo a la descripción.
La niña es como las princesas de cuento pero sin la sosería de algunas. Tiene unos ojos azules enormes a la que acompaña una sonrisa brillante enmarcado todo en un rostro ovalado, y, con una piel, como dirían algunos carcas, hecha como de nieve.
Tiene mucho sentido del humor y una toma a tierra, a la realidad, muy heredada de su padre. Me ha explicado su madre de qué va a ir disfrazada en Halloween y, mientras algunas chavalas a su edad quieren ir guapas a la par que, con un pelín demasiada piel a la vista (ya he dicho arriba que soy una carca. Si. Lo soy para algunas cosas) ella va a hacerlo con uno de esos disfraces que pareciera que llevaras una persona o un animal encima y, donde te cuesta distinguir dónde acaba el disfraz y dónde empieza la niña. Me la puedo imaginar riéndose, con esa risa escandalosa que tiene, con el grupo de amigos del cole.
Es una chiquilla madura y sensata a la que le ha tocado lidiar con una separación temporal de sus padres y con una enfermedad de su madre. Me invitó, o mejor dicho, nos invitó a su comunión, y yo, que era la que pensaba darse el atracón de avión en un fin de semana, no pude coger el vuelo. Me puse mala. Mala nivel que casi era incapaz de levantarme de la cama. Tan enferma estuve que pensé que había pillado el covid. Pero no. Era una faringitis galopante. Solo tengo las fotos de recuerdo, las que mi hermana me mandó mientras yo agonizaba literalmente en mi cama sin poderme ni girar.
Durante todos estos años, once concretamente, hemos creado un nexo, un lazo fuerte e invisible de amor entre nosotros y ella. Tanto es así que, hasta mi marido, ese hombre al que no le importa nada si hay comida delante, es de los que reclaman verla aunque solo sea un día. Una vez. «Lo buena que esta niña y lo mucho que quiere a sus primos!!» Esa es la frase más repetida por él cuando nos reunimos. Y es cierto. Cuando mi familia se reúne toda en cualquier sitio, mientras veo a los chicos jugar y reirse, puedo sentir el amor subiendo por mis piernas hasta llegar al corazón. Y ahí se queda toda esa energía hasta la próxima vez que nos encontramos. Y así debe ser siempre.
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El ejercicio
¿Cuál es tu forma favorita de hacer ejercicio físico?
Me he dado cuenta, en este pasar de semanas que hace que escribo en este blog, que, de las cosas que no me interesan o son un bah para mi, comienzo el título en minúsculas. Cuando no es así, le doy al bloque de mayúsculas como si no hubiera un mañana.
Me gusta hacer ejercicio? He dicho mil veces que no. Lo hago por salud únicamente. Siempre pongo una preciosa excusa entre el gimnasio y yo. Hoy, por ejemplo, cuando acabe aquí, buscaré algo peregrino que me impida ir a la piscina a nadar un rato. A pesar de que me he enterado de que voy a estar sin ella dos años porque pide una reforma ella y el resto del recinto hace ya un montón de años. Tal vez vaya. Los astros están siendo favorables! Hace sol, a pesar de que ha llovido, y se ha quedado una mañana preciosa de paseo.
Esta semana no he ido ningún día al gimnasio. Han intentado estafarme de manera telefónica, dos artistas que sabían qué compañía de teléfonos era la mía y cual mi banco. No me han robado porque la tecnología misma se lo ha impedido. El mal cuerpo que se me quedó cuando mi banco, el de verdad, me llamó para decirme que había sido engañada como una china, ha sido de órdago. Me he sentido igual que cuando se abusa de tí. Cuando sufres una agresión. No solo te sabes vulnerable, te sientes culpable porque crees que, con tus propios actos estás en esta situación, y, aunque en tu cabeza haya un señor bajito con un traje de lentejuelas intentando hacerse notar para decirte que no es cierto eso que piensas, tu mente lo boicotea y no le permite decir una palabra.
Encima, he recibido la llamada de ambos una vez más. Con la misma desfachatez que los agresores. «Yo? Pero qué dices!! Soy súper inocente y tú te lo estás inventando todo!»
Vamos, que me he quedado para sopas. He tenido que formatear mi escacharrado teléfono y no sé si superará que le hayan borrado toda la memoria. Menos las fotos y algunos chats, me he quedado sin recuerdos. Tenía la voz de mi madre en un mensaje que, cuando estaba muy triste, lo oía y con él me animaba. Se fueron todos en el formateo. Pero lo peor no es eso. Lo peor es sentirte vulnerable, idiota. Luego todo el mundo te dice lo que podrías haber hecho. Lo que hubieran hecho si hubieran sido tú. Pero claro, tú eres idiota. Ellos son súper inteligentes y no entienden cómo no vas en pañales con ese cerebro de mico que tienes. Después de pasado todo ese tema, en el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey.
En los premios Princesa de Asturias, Serrat habló, en un precioso discurso, sobre el mundo que estábamos viviendo y que a él no le parecía ni bueno ni bonito. «Un mundo en el que prima la avidez del mercado, donde todo tiene un precio» decía ese hombre sabio. Y si, todo tiene un precio. Y si, todo el mundo quiere lo que tiene el otro. Sin importarle qué será de esa persona cuando se le quite lo poco o lo mucho que tenga. Eso da igual. Eres solo el objeto de un deseo. Y así me he vuelto a sentir yo. Igual de vulnerable que de pequeña. Como si no hubiera pasado el tiempo. Ahora quiero desandar el camino hacia el abismo en el que he estado a punto de caer. Hacia el otro lado. Con mi marido y mis hijos. Mi fuerza!